En las aguas del puerto alicantino fueron probados hace 120 años los primeros prototipos de submarinos, inventados por un riojano y un catalán.
Cosme García Sáez
Nació en Logroño en 1818. El 16 de noviembre de 1850 obtuvo el privilegio de su invento, un aparato-buzo, capaz de navegar bajo las aguas. Encargó la construcción de un prototipo a la empresa «La Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona», al que llamó Garcibuzo.
Cosme probó el Garcibuzo en Barcelona en 1858, en aguas próximas a Montjuich. El resultado no fue satisfactorio por deficiencia en la flotabilidad y Cosme mandó desguazarlo.
El inventor riojano diseñó en seguida un segundo prototipo, corrigiendo las imperfecciones del modelo anterior. Lo patentó en julio de 1859 con el nombre oficial de «Aparato Buzo para la Navegación Submarina», aunque coloquialmente se refería a él como Gacibuzo II. De nuevo sin más ayuda económica que sus propios ahorros y patrimonio, encargó su construcción a la misma empresa barcelonesa.
Era el Garcibuzo II de hierro y con forma de cigarro-puro. Sus dimensiones eran mayores que las de su predecesor: 5,75 metros de eslora, 1,75 de manga y 2,25 de alto. La compuerta de entrada se cerraba herméticamente desde el interior. Para subir y bajar el aparato se servía de dos depósitos a cada lado que, al llenarse de agua, producían la inmersión, y que, al vaciarse mediante bombas, devolvían el aparato a la superficie. Contaba con varias escotillas para ver el exterior, una hélice en la popa que se manejaba manualmente, y varios remos en los costados y cerca de la proa que servían para maniobrar.
El Garcibuzo II fue trasladado en un buque desde el puerto de Barcelona hasta el de Alicante.
Como la Ley de Privilegios exigía que, para conseguir una patente, era necesario que el invento fuese probado con éxito, Cosme decidió que la exhibición del Garcibuzo II fuese pública y ante un nutrido grupo de autoridades civiles y militares, cuerpo consular y otras personalidades, e hizo que un notario levantara la correspondiente acta testifical. Esta acta se conserva en el Museo Naval de Madrid y es la prueba documental de que el primer submarino español (y uno de los primeros del mundo) se probó en aguas alicantinas.
El 4 de agosto de 1860 se realizó en aguas del puerto alicantino la prueba del sumergible de Cosme García. Duró 45 minutos.
En el acta se lee que «(?) el inventor, Sr. García, se introdujo con uno de sus hijos en el aparato y cerró herméticamente su entrada por medio de la tapa o puerta colocada en la parte superior de aquel (?) el submarino desapareció de la vista de todos los concurrentes, sumergiéndose con la mayor facilidad hasta el fondo del mar (?) permaneció sumergido por tiempo de cuarenta y dos a cuarenta y cinco minutos (?) el aparato se hizo visible varias veces entre dos aguas a voluntad del inventor (?) después el aparato se movió en todas direcciones (?) el aparato subió a la superficie del mar, y, abierta la tapa desde el interior, aparecieron el inventor y su hijo, tranquilos, sin muestras de fatiga o cansancio (?)».
La prensa alicantina y nacional informó del éxito obtenido por Cosme García en el puerto alicantino.
El inventor hizo construir una réplica reducida y de cobre de su submarino, que llevó a Madrid para presentársela a Isabel II y al Gobierno, esperanzado en conseguir financiación una vez demostrada la viabilidad del invento y su potencial valor militar. Pero su proyecto fue rechazado. El Estado no podía financiarlo debido a los muchos gastos que ocasionaba la guerra que en ese momento se estaba sosteniendo en el norte de África y, además, se consideró que «sólo en casos extremos podría ser estimada la embarcación como arma secreta de guerra».
El Garcibuzo II permanecía mientras tanto atracado en el puerto de Alicante. En 1862, Cosme recibió una comunicación de las autoridades portuarias en la que le instaban a llevárselo, puesto que su presencia dificultaba el intenso tráfico que había diariamente en el muelle.
Arruinado y deprimido, Cosme decidió hundir el sumergible. Le encomendó tan penosa tarea a su hijo, el cual lo echó a pique en la misma bahía de Alicante. Según un artículo publicado en este mismo diario en 1983 por el periodista Fernando Gil, lo hundió «frente al actual barrio de San Gabriel, donde todavía debe estar». Víctor Manuel Guerra López, que ha trabajado en el puerto alicantino durante cinco décadas y fue coordinador de operaciones y mantenimiento del Puesto de Inspección Fronterizo, dependiente de la Autoridad Portuaria, está convencido de que, si efectivamente el Garcibuzo II fue hundido en la salida del puerto, tal como era entonces (con la ampliación del muelle de Levante ya finalizada y el nuevo dique en el muelle de Poniente en construcción), debe estar debajo de los actuales muelles 5 y 7 de la dársena interna, en el muelle de Poniente, y que debió ser aplastado por los escombros y escotes que sirvieron para hacer el relleno del nuevo dique.
Narciso Monturiol Estarriol
Nació en Figueras el 29 de septiembre de 1819.
El 23 de julio de 1858 comenzó a construir un modelo de submarino al que llamó Ictíneo. Hecho básicamente de madera y con forma de pez, poseía un depósito de oxígeno para que la tripulación pudiera respirar y otro de hidrógeno que alimentaba una lámpara con la que iluminar el fondo del mar, ya que el objetivo principal del aparato era la pesca de coral.
El 23 de septiembre de 1860 Narciso hizo una demostración del Ictíneo en aguas del puerto de Barcelona y en presencia del entonces presidente del Gobierno, general O'Donnell. Pero la prueba fue insatisfactoria al sumergirse el Ictíneo solo la mitad de la profundidad anunciada.
Narciso construyó otro prototipo de sumergible al que llamó Ictíneo II. Medía siete metros de eslora, dos y medio de manga y tres y medio de altura. Era de forma cilíndrica y estaba construido básicamente de madera, aunque la cámara interior estaba sostenida por barras de hierro. Cabían siete tripulantes.
El Ictíneo II fue transportado hasta Alicante para ser probado en las aguas del puerto, en presencia de los ministros de Marina y de Fomento, varios directores generales y una comisión facultativa nombrada por el Gobierno. La demostración se realizó el 7 de marzo de 1861. No hay documentación notarial de la prueba, pero se sabe que fue un éxito. Un éxito del que informó entusiasmada la prensa nacional.
El Gobierno ofreció a Narciso materiales y operarios para la construcción de un nuevo Ictíneo de 1.200 toneladas, pero estas ayudas nunca llegaron a materializarse. Carente de una visión de futuro, el Gobierno español acabó rechazando el proyecto de Narciso Monturiol, como anteriormente había hecho con el de Cosme García.
Narciso constituyó una sociedad encargada de recabar suscripciones económicas. Gracias a las ayudas recibidas, en 1867 consiguió realizar una nueva prueba con éxito en aguas catalanas, pero al año siguiente la sociedad quebró, los buques fueron desguazados y todo cuanto Monturiol había proyectado y logrado fue olvidado poco después.
El olvido, pues, fue el destino común de los submarinos inventados por Cosme García y Narciso Monturiol, ambos probados con éxito en aguas del puerto alicantino.
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