La Fuerza de Submarinos está constituida por unidades submarinas para realizar operaciones de guerra antisuperficie y antisubmarinas, reconocimiento de costas, recolección de información y la proyección de fuerzas especiales.
Durante el Conflicto del Atlántico Sur esas unidades, materializadas por los submarinos ARA “Santa Fe” y ARA “Santa San Luis”, tuvieron un rol primordial en condiciones adversas que marcó el bautismo de fuego de la Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina.
Entre las acciones, figura la del ARA “Santa Fe”, por haber trasladado a parte de los efectivos que llevarían a cabo la Operación Rosario, constituyendo la primera misión de guerra del Arma Submarina; y la del ARA “San Luis”, con el primer lanzamiento de un torpedo en combate del arma submarina argentina el 1º de mayo, lo que se convertiría en el bautismo de fuego de toda esta clase de submarinos.
Las acciones llevadas a cabo por ambas unidades de guerra durante el bloqueo impuesto por el enemigo, puede darnos una idea de las misiones de nuestros submarinos y de las adversas condiciones en que debieron operar. Más de una vez estuvieron bajo la mira de la Fuerza Británica mientras cumplían con su misión.
Las acciones del submarino ARA “Santa Fe”
En 1982, el ARA “Santa Fe” (S-21) fue el primero de los dos submarinos en zarpar y lo hizo para participar, desde el minuto cero, en la Operación Rosario.
El 27 de marzo de 1982 zarpó hacia el sur desde la Base Naval Mar del Plata bajo el comando del Capitán de Corbeta Horacio Bicain. Su misión principal era desembarcar al personal de la Agrupación Buzos Tácticos (APBT) en las inmediaciones del Cabo San Felipe, al norte de Puerto Argentino, para luego destacarse a un área de patrulla asignada.
El desembarco de personal de la APBT se fundaba en que este tipo de Fuerzas Especiales, tiene entre otras tareas, la de incursionar en costas enemigas con el fin de obtener información para posteriores desembarcos.
En la madrugada del 2 de abril, luego de navegar entre un mar violento y fuertes vientos australes, las fuerzas especiales navales desembarcaron en las costas al norte de Punta Celebroña, próxima a la Isla Riñón y posteriormente tocar el suelo de Malvinas.
Tras el desembarco, el submarino regresó a Mar del Plata, donde se le asignó una nueva misión: transportar una sección de Infantes de Marina para reforzar a las fuerzas que habían recuperado y se hallaban en las islas Georgias del Sur. El Comandante del ARA “Santa Fe” tenía la orden de evitar la posible presencia enemiga para desembarcar los refuerzos en la vieja estación ballenera de Grytviken.
Zarpó desde la Base Naval Mar del Plata el 16 de abril, con 23 torpedos y los Infantes de Marina equipados para reforzar militarmente las Georgias del Sur, destino que alcanzó ocho días más tarde. Luego de la mala meteorología y de presentar una falla en los sistemas, comenzó el desembarco del personal de Infantería de Marina sobre las costas de la caleta Capitán Vago.
Para ponerse al día con las reparaciones de a bordo, el 25 de abril el Capitán Bicain ordenó partir de Caleta Vago en busca de refugio. Luego de una hora de navegación, el S-21 fue atacado por los helicópteros británicos Wessex, Sea Lynx y Wasp. Es este último, el que lanzó un misil AS-12 que impactó en la vela del submarino argentino, hiriendo al Cabo Segundo Alberto Macías, que repelía el ataque desde la vela con un fusil FAL.
Luego de amarrar en el muelle de Caleta Vago, se desató un breve combate que terminó con la rendición de la tripulación del submarino y la Infantería de Marina ante la superioridad británica en el terreno. Al día siguiente, las fuerzas inglesas decidieron trasladar al submarino argentino capturado. Para la maniobra se destacaron seis suboficiales y el Comandante, bajo la supervisión un oficial británico y Royal Marines armados con ametralladoras Sterling. Durante la maniobra, en un episodio confuso, el guardia británico que lo custodiaba disparó una ráfaga de ametralladora al entonces Suboficial Primero Maquinista Félix Oscar Artuso, creyendo que intentaba hundir la nave, causando su muerte.
Luego de amarrar la unidad, se escoró y se hundió definitivamente a 20 metros de profundidad, dejando sólo una parte de la vela a la vista. Entre 1983 y 1984 el submarino fue reflotado por los británicos, posiblemente para su traslado a Gran Bretaña; sin embargo, el buque terminó por hundirse en aguas abiertas dando así un fin honorable a su veterana carrera de servicios a la Armada Argentina.
El ARA “Santa Fe” obtuvo la condecoración por Operaciones en Combate, y el reconocimiento y recuerdo del pueblo argentino.
El submarino ARA San Luis
Su campaña duró 40 días y encabezó tres ataques a buques ingleses, pero el más importante fue el del 1º de mayo cuando fue bombardeado durante 22 horas ininterrumpidas.
El 11 de abril de 1982, el submarino ARA “San Luis” (S-32) zarpó desde la Base Naval Mar del Plata al mando del Capitán de Fragata Fernando Azcueta rumbo al sur, con la orden de desgastar a la fuerza incursora expedicionaria británica en el área focal Malvinas/ Georgias.
Seis días más tarde debió realizar una estación al este del Golfo San Jorge, donde navegó por diez días hasta que quedó en desuso la computadora de control tiro. Esto significaba que, en caso de combate, los torpedos sólo podrían dispararse con el control manual de emergencia, con una significativa pérdida de eficacia.
El 1º de mayo, luego de que los sonaristas del “San Luis” advirtieran la presencia de naves de guerra enemigas, el Capitán Azcueta ordenó cubrir puestos de combate. Pasadas las 10 de la mañana se efectuó el lanzamiento de un torpedo SST–4 sobre un blanco clasificado como un destructor. Cuatro minutos más tarde el submarino perdió contacto con el torpedo y no se escuchó ninguna explosión.
En las primeras horas de la tarde, la réplica enemiga se hizo presente a través del lanzamiento de un torpedo antisubmarino desde un helicóptero británico, el cual pudo ser evadido por el submarino, que momentos más tarde emprendió su marcha hacia las costas malvinenses. A las 16 horas la unidad submarina encontró refugio en un fondo pedregoso, donde aguardó en total silencio para no ser detectado mientras los británicos continuaban atacando al buque con bombas de profundidad.
Durante la noche, el “San Luis” emprendió su marcha en busca de aguas abiertas hasta que fue interrumpido por el ataque inglés. La decisión del Capitán Azcueta fue asentarse en el lecho del mar y sin hacer el menor ruido metálico para intentar desaparecer de los radares enemigos.
Luego de una semana de patrullar, el 8 de mayo la unidad detectó un rumor hidrofónico y minutos antes de las 10 de la noche lanzó un torpedo antisubmarino MK–37. El disparo explotó y el blanco cambió el rumbo hacia la costa. Dos días después, el S-32 interceptó la trayectoria de una nave enemiga y en la madrugada del 11 de mayo, el Capitán Azcueta ordenó el disparo de un torpedo SST-4. Las naves enemigas se retiraron del lugar sin intentar ningún contraataque.
El 19 de mayo, luego de 39 días de patrulla y 864 horas de inmersión, el Comandante del submarino recibió la orden de regresar a su base de operaciones en Puerto Belgrano con el objetivo de reparar las computadoras de control tiro y reabastecer la nave. Finalmente, el 14 de junio la tripulación fue sorprendida con el cese de las hostilidades entre Argentina y Gran Bretaña.
A pesar de la falta de efectividad de los torpedos del “San Luis”, la actuación en combate del submarino causó conmoción en los altos mandos de la flota británica, ya que a pesar de que contaba con los más modernos y poderosos medios para la detección submarina, nunca pudieron localizar con precisión de blanco al buque de guerra nacional.
Su activa participación, demostró el alto grado de preparación y valor que posee la Fuerza de Submarinos. Su tripulación logró burlar el gran bloqueo antisubmarino ejercido por la flota británica, situación que se vio reflejada cuando esta unidad fue condecorada por el Congreso de la Nación Argentina con la Medalla de Honor al Valor en Combate.
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