El gran alcance y la furtividad de un submarino en combinación con la velocidad y la precisión de un avión.
Esto hubiera parecido ser la combinación ganadora para cualquier almirante competente a principios del siglo XX, y efectivamente, las mentes navales comenzaron a experimentar combinando estos dos elementos tácticos bastantes modernos desde la Primera Guerra Mundial. Los primeros prototipos alemanes y británicos solo se trataban de un hidroavión sobre la cubierta de un submarino en la superficie, que posteriormente se sumergía para poder liberar al avión para su despegue.
El submarino crucero francés Surcouf
A finales de los años 20, durante el proceso de desarrollo de otro tipo de barco híbrido (el crucero submarino), los hidroaviones fueron agregados a la combinación para servir como observadores para la artillería del submarino. La diferencia en comparación con los conceptos más primitivos, era que estos nuevos barcos especializados tenían un pequeño hangar en donde un avión parcialmente ensamblado podía ser almacenado, lo que les permitía sumergirse.
Este nuevo diseño llamó rápidamente la atención del almirantazgo japonés, y los constructores navales locales pronto comenzaron a producir nuevos submarinos de combate de gran tamaño equipados con hangares para los aviones de observación. Japón fue quien más depositó su confianza en los submarinos portaaviones, desarrollando varios tipos de distintos tamaños que fueron usados con buenos resultados durante la Guerra del Pacífico. Fue tanta su inversión en este tipo de barco que, finalmente, el tipo de submarino más utilizado por Japón durante la Segunda Guerra Mundial fue diseñado para transportar un avión. Aunque la función estándar de observación y exploración de sus hidroaviones se mantuvo, la Armada Imperial Japonesa tomó un especial interés en la posibilidad de usar aviones de ataque como los bombarderos o los cazas en su lugar, convirtiendo de forma efectiva a su flota de submarinos en portaaviones de ataque limitado.
Submarino Tipo B
La clase más numerosa de submarinos de la Armada Imperial Japones, el Tipo B, también fue la más exitosa en términos de tonelaje de barcos aliados hundidos. También conocida como la clase I-15, veinte de estos submarinos fueron construidos entre 1940 y 1943, siendo numerados entre I-15 e I-39. Esta clase de submarinos era relativamente rápida en la superficie, viajando a velocidades de alrededor de 23 nudos, pero al sumergirse, esta se reducía a solo 8 nudos. El Tipo B también era lo suficientemente grande para recibir el título de “submarino crucero”. Con 109 metros, era 1.5 veces más largo que el U-boat Tipo; la longitud aproximada de doce autobuses de dos pisos de Londres colocados uno detrás del otro.
Submarino I-26 Tipo B
Estos estaban equipados con un solo cañón de 140 mm en la cubierta de popa, dos montajes AA Tipo 96 de 25 mm y seis tubos para lanzar su complemento de diecisiete veloces torpedos Tipo 95 de 533 mm. Sus aviones eran los Yokosuka E14Y, aviones de exploración de dos plazas guardados en un compacto hangar en la parte frontal del barco. Este hangar fue reutilizado en varios de estos submarinos a finales de la Segunda Guerra Mundial para acomodar un cañón adicional de 140 mm, o para guardar a los torpedos humanos Kaiten.
El diseño original tenía un pequeño hangar al frente de la torre de mando que contenía un solo hidroavión. Naturalmente, debido a la falta de espacio, el avión tenía que ser llevado a cubierta para colocar sus alas y sus pontones de flotación en su lugar. Una vez ensamblado, el avión sería enganchado a un mecanismo de catapulta que atravesaba la cubierta delantera, lanzándolo en un rápido despegue Después de completar su misión, el avión acuatizaría cerca del submarino, sería regresado a bordo y desensamblado para su almacenamiento.
Hidroavión Yokosuka E14Y “Glen”
A pesar de sus impresionantes número y capacidades (los Tipo B incluso fueron adaptados para transportar provisiones a las guarniciones en las islas), el barco estaba lejos de ser perfecto. Cuando el I-30 viajó a la Francia ocupada por Alemania en 1942 como parte de la misión de intercambio conocida como Yanagi, los expertos de la flota de U-boats de la Kriegsmarine observaron que además de ser lentos para sumergirse y tener una profundidad operacional poco impresionante de 100 m (a diferencia de los más de 200 m de los U-boat Tipo VII), era ruidoso y vulnerable tanto al sonar como al radar.
Las Misiones Yanagi
Cuando Japón se unió a la Segunda Guerra Mundial, la comunicación con sus aliados alemanes se hizo difícil. Para poder intercambiar tecnología, como los torpedos Long Lance japoneses o el equipo de radar alemán, se llevaron a cabo varias misiones secretas por submarinos que realizaban el viaje de 24 000 km desde Japón a Francia a través de las aguas controladas por la Royal Navy. De un total de cinco viajes, tres llegaron exitosamente a Francia y solo uno regresó a Japón. Por otro lado, varios U-boats de la Kriegsmarine intentaron realizar el viaje opuesto, pero solo uno llegó exitosamente a Japón.
Cuando Japón se unió a la Segunda Guerra Mundial, la comunicación con sus aliados alemanes se hizo difícil. Para poder intercambiar tecnología, como los torpedos Long Lance japoneses o el equipo de radar alemán, se llevaron a cabo varias misiones secretas por submarinos que realizaban el viaje de 24 000 km desde Japón a Francia a través de las aguas controladas por la Royal Navy. De un total de cinco viajes, tres llegaron exitosamente a Francia y solo uno regresó a Japón. Por otro lado, varios U-boats de la Kriegsmarine intentaron realizar el viaje opuesto, pero solo uno llegó exitosamente a Japón.
Un submarino notable del Tipo B es el I-25, el cual fue responsable de dos de los pocos ataques directos (pero sin éxito) en el territorio de Estados Unidos, cuando en 1942, bombardeo en ambas ocasiones una fortificación naval en Oregón y lanzó una bomba aérea en un bosque del mismo estado, en un intento de comenzar un incendio forestal.
Otro Tipo B que merece reconocimiento es el I-19, el cual fue responsable de una de los ataques con torpedos más exitosos en la historia. El 15 de septiembre de 1942, cerca de las diputada Isla de Guadalcanal, este submarino interceptó a un convoy que transportaba Marines de los EE. UU. El submarino apuntó hacia un objetivo irresistible, el portaaviones USS Wasp, y lanzó una salva completa de seis torpedos. Tres de ellos impactaron el lado de estribor del barco en rápida sucesión, comenzando incendios que se extendieron rápidamente hacia los tanques de combustible y los almacenes de munición.
Dos torpedos más de la misma salva pasaron junto al portaaviones; uno de ellos alcanzó la proa del destructor USS O’Brien de la clase Sims, y otro alcanzó al acorazado North Carolina. El O’Brien sucumbió a sus heridas y se hundió días después mientras se dirigía a ser reparado, y el North Carolina quedó fuera de acción por meses. A pesar de los enormes esfuerzos para controlar los incendios a bordo del USS Wasp, se tuvo que dar la orden de abandonar el barco. Este se hundió 6 horas después del ataque.
El USS Wasp se incendia después de ser alcanzado por tres torpedos.
Clase I-400
La Armada Japonesa no estaba contenta con tener solo un avión a bordo de sus submarinos. Después del ataque a Pearl Harbor, el objetivo primario de la Armada Japonesa era eliminar lo más rápido posible a la flota del Pacífico de los EE. UU. y retrasar a los refuerzos estadounidenses a toda costa, antes de que la inmensa capacidad industrial estadounidense pudiera controlar rápidamente el Océano Pacífico con nuevos barcos de guerra. Se creía que esto podría lograrse llevando al realizar precisos ataques quirúrgicos en lugares clave sobre el territorio de los Estados Unidos. Al hacerlo, la población estadounidense entraría en pánico, e innumerables recursos militares estadounidenses serían desviados para mejorar las defensas a lo largo de la costa del Pacífico.
Los submarinos de la clase I-400 serían el modelo elegido para llevar a cabo estos ataques.
Estos submarinos eran enormes para los estándares de su época, siendo los submarinos más grandes en servicio durante la Segunda Guerra Mundial, pero eran básicamente una versión de gran tamaño (122 m de longitud) de la clase Tipo B. Al igual que esta clase, un solo cañón de 140 mm estaba montado en la cubierta de popa, pero la cantidad de lanzadores de torpedos aumentó de seis a ocho. La cantidad de montajes antiaéreos también fue aumentada, con cuatro montajes separados. La configuración del hangar-catapulta funcionaba de forma similar a la del Tipo B, pero ahora podían almacenar hasta tres bombarderos Aichi M6A de dos plazas. Estos aviones modernos eran capaces de cargar torpedos o bombas, pero la única ametralladora estaba en un montaje flexible en la parte posterior y era disparada desde la posición del observador.
Se esperaba que los I-400 cruzaran el Océano Pacífico sin ser detectados para poder lanzar un total de tres bombas cada uno. Varias operaciones de este tipo fueron planeadas en 1945, cuando dos de estos submarinos (el I-400 y el I-401) habían sido completados y puestos en servicio. Uno de esos planes era llevar a cabo un ataque aéreo sobre las esclusas del Canal de Panamá, la principal arteria de comunicación entre las flotas del Atlántico y del Pacífico de los EE. UU., con diez aviones transportados en submarino. Sin embargo, desafortunadamente para la Armada Japonesa, estos submarinos eran muy pocos, llegaron muy tarde, y la guerra llegó a su fin antes de que alguna de estas estrategias realmente pudieran hacer una diferencia.
Después de la rendición japonesa, los tres submarinos de la clase I-400 restantes quedaron bajo control de la Armada de los Estados Unidos. Impresionados por el tamaño y el concepto detrás de ellos, fueron estudiados cuidadosamente por expertos. Lamentablemente, todos fueron hundidos poco después, por temor a que la Unión Soviética se apoderara de esa tecnología.
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