Fue una tarde-noche aciaga para el USS STICKLEBACK (SS-415). El submarino, capaz de salir indemne de conflictos tan virulentos como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Corea, acabó sus días de forma triste, varado en el fondo del mar por culpa de un barco de su propia flota.
Fue durante unas prácticas navales cerca de Hawái. La nave, con sus 10 oficiales y 70 tripulantes en su interior, estaba participando en un ejercicio de guerra antisubmarino junto al destructor de escolta USS Silverstein -un buque de guerra pequeño y ligeramente armado diseñado para proteger a convoyes de buques mercantes- y a un torpedero. Era el 28 de mayo de 1958.
Prácticas navalesEl USS Stickleback estaba realizando unos ejercicios de entrenamiento con el USS Silverstein y un torpedero
Durante estos entrenamientos, el Stickleback acababa de completar un ataque simulado sobre el Silverstein cuando se zambulló a una profundidad segura. Fue entonces cuando el submarino perdió potencia y descendió sin control hasta casi 250 metros de profundidad. Entre la espada y la pared, se decidió utilizar lastre de flotabilidad de emergencia, lo que a la postre acabó siendo su perdición.
El bote ascendió rápidamente y pasó a apenas 180 metros por delante del barco. Durante la desesperada maniobra no hubo ni tiempo para lanzar una bengala de aviso. Cuando sonó la alarma de colisión, el Silverstein trató de retroceder por completo y dejó el timón a la izquierda, pero no pudo evitar el choque. El resultado fue un agujero gigante para el submarino en su zona de babor.
El choque con el barco dejó un gran agujero en la zona de babor del submarino (Lost 52 Project) |
Se hundió en poco tiempo, aunque fue suficiente para rescatar a su tripulación a través de los tubos de los torpedos. Cuando todos los compartimentos se inundaron, el Stickleback fue descendiendo hasta posarse a unos 3.300 metros bajo el agua. Hasta allí fueron el veterano explorador oceánico Tim Taylor y su equipo del Proyecto Lost 52.
“Este es uno de los cuatro submarinos que sufrieron este destino durante la Guerra Fría”, explica Taylor en su comunicado. Las otras tres naves que la Marina de los Estados Unidos perdió desde el final de la Segunda Guerra Mundial son el Cochino, el Thresher y el Scorpion.
Accidente
Tras el impacto, el submarino fue descendiendo hasta quedarse varado a 3.300 metros bajo el mar
El USS Stickleback, bautizado así en honor de los espinosos, una familia de peces pequeños sin escamas, había participado en su primera misión en agosto de 1945. Fue una patrulla de guerra en el mar de Japón, el brazo del océano Pacífico que se extiende entre el archipiélago japonés y el continente asiático. La experiencia fue breve, ya que coincidió con el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto). Dos días después se aprobó el alto el fuego.
El submarino permaneció en la zona y, el 21 de agosto, se encontró con dos balsas de bambú que ctransportaban a 19 sobrevivientes de un carguero. Los llevaron a bordo durante 18 horas, les dieron comida, agua, tratamiento médico y los pusieron a flote nuevamente a poca distancia de una de las islas japonesas.
Una imagen subacuática realizada por el equipo de Taylor (Lost 52 Project) |
Tras un nuevo (y breve) periodo en dique seco, el 26 de junio de 1953 regresó al servicio activo. Le insertaron en el 7º Escuadrón Submarino, con base en Pearl Harbour. Su misión fue apoyar a las fuerzas de las Naciones Unidas desplegadas en Corea desde febrero hasta julio de 1954 cuando volvió a la base militar de la isla de Oahu, en pleno archipiélago de Hawái.
Antes de su accidente, las últimas operaciones en las que participó el USS Stickleback se centraron en recopilar información de inteligencia fuera de la Unión Soviética entre 1954 y 1957. Además, participó en ejercicios de entrenamiento para desarrollar tácticas submarinas tanto defensivas como ofensivas. Taylor su equipo han utilizado vehículos autónomos submarinos, vehículos operados a distancia y tecnología avanzada de imágenes de fotogrametría para obtener el punto exacto donde está el submarino.
“Cada descubrimiento de una embarcación hundida es una oportunidad para recordar y honrar el servicio de nuestros marineros. Saber que su lugar de descanso final trae cierre, en alguna parte, a sus familias y compañeros de barco, así como también permite a nuestro equipo comprender mejor las circunstancias en que se perdió el bote ”, dice el doctor Bob Neyland, jefe de la Subdivisión de Arqueología Subacuática del Comando de Historia Naval y Patrimonio.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/
Autor: DAVID RUIZ MARULL
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