Argentina hoy no cuenta con una real fuerza de submarinos propia. País que otrora se encontrara a la vanguardia en Sudamérica en el empleo de la capacidad submarina, a lo largo de los últimos años ha enfrentado un continuo estrangulamiento presupuestario que decantara en la pérdida final de esta capacidad estratégica básica para un país con inmensos intereses marítimos como el nuestro. Recordemos que Argentina contaba hasta la presentación de 2009 ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) con cerca de 4.8 millones de km² desde sus líneas de base hasta las 200 millas. Tras la aprobación de los argumentos presentados por nuestros equipos técnicos, se logró el reconocimiento internacional de 1.7 millones de km² adicionales que cubren desde las 200 millas hasta el límite exterior de nuestra plataforma continental. Esto significa que Argentina debe defender intereses marítimos que incluyen recursos vivos y no vivos (ubicados por encima, a nivel o en el subsuelo) dentro de un área total que supera los 6.5 millones de km². Aún más, esta gran responsabilidad se plasma sin contar los intereses antárticos argentinos en pugna con otros países y la actual ocupación militar extranjera de nuestras islas en el Atlántico Sur.
Sin embargo, y retomando la línea argumental, desde el trágico final del ARA San Juan, Argentina ya no cuenta con medios submarinos en capacidad operacional. Actualmente, el ARA Salta (S-31) de la Clase-209, luego de recibir reparaciones de media vida en 1995 y trabajos posteriores en 2004 (carenado, pintura del casco y cambio de baterías), se encuentra fuera de servicio y muy desgastado ya hacia el límite casi total de su vida útil.
El ARA Santa Cruz (S-41) de la Clase TR-1700 y gemelo del ARA San Juan (entregados ambos entre 1982 y 1983) se encuentra enfrentando tareas mayores de reparación de media vida en Tandanor desde 2014 y se estima que la finalización de los trabajos demandaría cerca de dos años y una inversión de USD 20 millones.
Ante tal coyuntura, se barajan tres posibles escenarios. El primero, y más factible, es encarar la pronta recuperación del ARA Santa Cruz y devolver a la nación un medio útil para cumplir parte de las tareas de patrullaje y formación que recaerían enteramente sobre este buque ante la pérdida de dos tercios de la flota submarina argentina.
El segundo escenario contempla la posibilidad de concluir las tareas de fabricación sobre dos submarinos incompletos (ARA Santa Fe y ARA Santiago del Estero) que se encuentran aún en Tandanor junto con cajas de máquinas y herramientas recibidas a tal fin. Son el último vestigio del plan naval de las décadas del 70´ y 80´ que buscaba una asociación estratégica con Alemania y la incorporación total de ocho submarinos a nuestro país que incluyera la fabricación de varias de estas unidades localmente. El ARA Santa Fe estaría completo en un 75% mientras que el Santiago del Estero requeriría la culminación de más del 65% de las tareas de fabricación por estar en un estadio de desarrollo mucho menor. Para finalizar ambos buques, las partidas presupuestarias rondarían aproximadamente los USD 200 millones.
Por último, la tercera alternativa presentaría el horizonte más lúgubre para la fuerza de submarinos argentina y aceptaría prescindir de esta capacidad estratégica hasta que tiempos mejores traigan algún alivio presupuestario que permita el desarrollo de buques a nivel local o regional, o la adquisición directa de unidades en el extranjero. Ante esta eventualidad, resultaría fundamental, al menos, apostar a las capacidades productivas de nuestra industria naval teniendo en cuenta las décadas de experiencia de los astilleros locales (recordemos que Argentina fue pionera en esta industria a nivel regional y único país en su momento con capacidad de producción y reparación de submarinos). Adicionalmente, desarrollos autóctonos de punta como, por ejemplo, los reactores nucleares CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares) podrían también ser integrados en buques submarinos y de superficie como elementos de propulsión confiables y económicos que extenderían enormemente las capacidades y prestaciones de nuestros barcos mientras se avance con su desarrollo y miniaturización.
Por el momento, sin embargo, la recuperación de las capacidades submarinas no pareciera pronta a resolverse. En el mientras tanto, la depredación descontrolada de nuestros recursos ictícolas (que implica, por supuesto, un gigantesco desfalco al pueblo argentino) y la vulneración de espacios y recursos estratégicos soberanos continuarán hasta que el estado argentino no recupere una capacidad militar esencial en tiempos de guerra e igualmente crítica en la defensa de nuestros máximos intereses vitales en tiempos de paz.
Diego Pirovosky
No hay comentarios:
Publicar un comentario