Vigo
La idea existía desde tiempo atrás. La Sociedade Jules Verne de Vigo la defiende desde hace años y fue uno de sus socios, el escritor Domingo Villar, quien se la trasladó a Caballero en una reunión este verano. Ahora, el proyecto está en estudio. Y, de ejecutarse, será monumental. Porque el Nautilus de 20.000 leguas no se parece al que Disney recreó en la película homónima de 1954, protagonizada por Kirk Douglas y James Mason. Ese modelo todavía se exhibe en el parque de Disneyland París, pero es tan diferente al de la novela como que Nemo dice en el filme que funciona con energía nuclear, algo que nadie conocía en el siglo XIX. Además, tampoco podría seguirse este modelo, por una razón muy sencilla: tiene derechos de autor. Si lo quieres imitar, tendrás que pagar a Disney.
Otro tanto sucede con el Nautilus de La liga de los hombres extraordinarios, el cómic creado por Alan Moore y llevado al cine en 2003. Está considerado una obra maestra del estilo steampunk, pero también tiene derechos.
Así que el Nautilus más oportuno parece el que ideó el propio Verne con datos precisos. Puede adaptarse, pero básicamente mide 70 metros de eslora por 8 de manga. Desplazaba 1.356 toneladas netas. Disponía de una torreta de mando equipada con un foco eléctrico con un alcance de un kilómetro. Su casco estaba hecho con placas superpuestas de remaches y tornillos. En uno de sus extremos tenía un espolón de forma triangular con el que atacaba a los buques enemigos. Contaba con dos anclas a babor y estribor, integradas en la estructura, al igual que un pequeño bote. Y una gran claraboya permitía al capitán Nemo contemplar las profundidades del océano desde su gabinete. Como vemos, Verne no ahorra en detalles, aunque la forma general del submarino es sencilla. Se la explica Nemo al profesor Aronnax poco después de recibirlo a bordo: “Es un cilindro alargado con extremos cónicos. Es muy parecido a un cigarro”.
Ni el submarino más avanzado de la Segunda Guerra Mundial, el U-boot alemán Tipo XXI, llegaba a tanto. Ni alcanzaba la quinta parte de velocidad del Nautilus, ya que se quedaba en 10 nudos. Así que algo misterioso tenía que introducir Verne en la novela para justificar tal maravilla de la tecnología en 1868.
También conocemos con todo detalle el interior de la nave, donde destaca el gabinete del capitán Nemo, donde cuelgan los retratos de grandes héroes de la liberación de Grecia, Irlanda o Polonia. Un órgano preside la estancia, en la que se abre una formidable claraboya desde la que se contempla el paisaje submarino.
Así que reconstruir el diseño del Nautilus no es especialmente complicado. Y siempre se puede interpretar con gusto e imaginación. Otra cosa es que no lo ha hecho nadie. Tampoco nadie lo ha vuelto a ver desde que desapareció en la novela ‘La isla misteriosa’. Pero es posible que, en unos años, podamos desvelar el misterio. ¿Dónde está el Nautilus del capitán Nemo?’ Y digamos: «En Vigo, por supuesto»
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