«LOS SUBMARINOS de nuestra armada/a los que honra Isaac Peral/son el orgullo de la Marina/que abrió las rutas de un nuevo mar», así es la letra de una de las estrofas del Himno del Arma Submarina.
En las inmediaciones de Ons, Cíes y Sálvora se encuentran los restos de innumerables buques militares y barcos de pesca que naufragaron a lo largo de la historia. Lo que queda del submarino «General Mola» reposa en el fondo marino de la Isla de Onsdesde 1959. Se hundió cuando era remolcado, y no fue el primero porque eran bastante frecuentes los naufragios en nuestras costas.
El «General Mola» se construyó en Italia en el astillero de Tosi, en 1931, y fue botado en 1933. Con un tonelaje de 985-1.259, unas dimensiones de 70,5x6 m de eslora y 9x4,1 m de manga alcanzaba una velocidad de 17,5 nudos en superficie y 7,7 nudos en inmersión e iba armado con 2 cañones de 100/47 mm, 4 ametralladoras antiaéreas de 13,2 mm y 6 tubos lanzatorpedos.
Pasa al bando nacional durante la Guerra Civil en respuesta a un llamamiento de Franco a Italia y Alemania, porque los que había en España estaban en el bando republicano y el nacional no tenía ninguno. Aprovechando la oportunidad Franco compró, o «le cedieron», dos submarinos desde la Italia de Mussolini en respuesta al llamamiento, uno de ellos del que hablamos.
En suelo español el submarino pasó a llamarse primero C-3 y después «General Mola»: «Era un sumergible grande, y rápido, y por si fuera poco se trataba de un prototipo secreto que nunca había sido probado en combate por Italia». En 1937, en la Isla de Cabrera, se intercambia la tripulación italiana por la española y establece su base permanente en Soller. Una singularidad fue que al escasear los torpedos, el submarino emergía para emplear fuego de artillería. Aún así dicen que fue el submarino que más barcos hundió en la historia de la Armada.
El «General Mola» se dio de baja por antigüedad de la Lista Oficial de buques de la Armada española el 28 de Septiembre de 1.959 en una ceremonia que tuvo lugar en Cartagena. Se hundió el 23 de diciembre de ese mismo año mientras era remolcado, desde la base de submarinos de Cartagena a la Escuela Naval Militar de Ferrol, para que los Guardia Marinas efectuaran prácticas a bordo. Debido al mal tiempo reinante se rompió el cabo del remolque y se estrelló en la ensenada de Canibeliñas, en la cara oeste de la Isla de Ons.
El 6 de abril de 1.963 y el 7 de julio el Departamento Marítimo publicó un concurso público para extraer los restos, pero en ambas convocatorias la licitación quedó desierta. Aún así, ese mismo año una empresa desguaza el submarino mediante voladuras. Anecdótica fue la desaparición del muelle de la isla de la chatarra que esperaba ser transportada a la península. Según comenta Yago Abilleira Crespo en Levante-emv : «La reacción de Franco fue inmediata: envió soldados a Ons quienes, sin ningún miramiento, empezaron a registrar las casas de la isla. Evidentemente apareció la chatarra y se decidió llevar a los vecinos ante un tribunal militar, ya que en todas las casas había piezas del Mola». La versión dada por los colonos era que el mar se había llevado la chatarra y la encontraron flotando sin dueño. Desde entonces quedó el dicho de «en Ons o ferro aboia».
Sus restos los localizan en 2009 miembros del Club de Buceo de Ons a poca profundidad. Aunque en la actualidad quedan sólo algunos restos dispersos, al tratarse del Parque Nacional de las Islas Atlánticas, está prohibido llevarse nada.
Fuentes: Naufragios de Rafael Lema Mouzo, Submarinos hundidos en España en Schullerpedia, Armada Española (Salvador Omil, Celestino Quintáns y Francisco José Blázquez), El País, Medio Cultural submarino en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia de Miguel San Claudio Santa Cruz y Descenso a la tumba del submarino que azotó Valencia de Yago Abilleira Crespo.
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