El alto mando de la Armada de Rusia decidió reparar los submarinos nucleares de los proyectos 945 Barracuda y 945A Cóndor, cuyo casco de presión está hecho de titanio.
Según el diario ruso 'Izvestia', que cita una fuente anónima de los altos mandos navales, el contrato de reparación de los dos primeros submarinos, K-239 Karp y K-276 Kostromá (ambos del proyecto 945), ya ha sido suscrito con la planta de reparación naval Zvézdochka, de la ciudad norteña rusa de Severodvinsk.
El contrato estipula que Zvézdochka tiene que identificar los desperfectos y reemplazar el combustible nuclear y los equipos eléctricos de los sumergibles. Asimismo, se comprobarán y reperarán todos los componentes mecánicos de las naves. De ser necesario, también se repararían los reactores.
Está previsto entregar el submarino Karp a Zvézdochka a finales de abril de 2013. La reparación comenzará en verano y durará dos o tres años. A continuación, la empresa procederá a reparar el sumergible Kostromá.
A los Barracuda se les instalará un nuevo sónar, nuevos sistemas informáticos, radares, sistemas de navegación GLONASS GPS y nuevo armamento: concretamente, dispondrán de nuevos sistemas de misiles de crucero Kalibr, que les permitirán disparar contra objetivos terrestres. No han trascendido los detalles de la modernización de los sumergibles del proyecto 945A.
Los dos submarinos del proyecto 945 fueron construidos entre 1979 y 1986; y los dos pertenecientes al proyecto 945A, entre 1982 y 1993. Debido al alto coste de los materiales, los submarinos con casco de titanio no se construyeron en serie. Sin embargo, el material del cuerpo de presión tiene bajas propiedades magnéticas (gracias o lo cual no atrae minas magnéticas) y es significativamente más duro que el acero tradicional, característica que les permite a los submarinos de los proyectos 945 y 945A sumergirse hasta profundidades de 550 y 600 metros, respectivamente. Inicialmente estos submarinos fueron concebidos para misiones contra otros submarinos y barcos de superficie.
En febrero de 1992 colisionaron, en aguas territoriales rusas del mar de Barents, el submarino Krab (como se conocía entonces el Kostromá) y el submarino estadounidense Baton Rouge, de clase Los Angeles. El Krab sufrió daños superficiales en el puente (diseñado para romper los hielos árticos) y el submarino se vio obligado a regresar a la base. Por su parte, el submarino norteamericano sufrió un fuerte incendio, pero pudo volver a su base y fue dado de baja al año siguiente.
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