►¿Necesita España un segundo portaaeronaves, como el LHD Juan Carlos I, para mantener su poder naval?
Se retrasa la entrada en funcionamiento del nuevo submarino de la Armada, el S-81, la joya de la corona que habrá ser el primero de cuatro sumergibles entre las más modernos del mundo sin contar los nucleares.
Pese a que estaba previsto que todo estuviese listo para que esta primavera fuese entregado a la Armada, las pruebas a las que está siendo sometido se han ido dilatando y finalmente no se cumplirán los plazos, aunque sí parece claro que será antes de que finalice el presente año 2023.
Mientras llega, el único submarino español en funcionamiento es el S-71 “Galerna”, que volvió a navegar después de varios años en el dique seco por los trabajos de la quinta gran carena, un proceso de revisión completa del buque al objeto de garantizar la seguridad en la navegación.
El Galerna, en servicio desde 1983, es uno de los dos submarinos de la serie S-70 que todavía continúa activo, el otro es el S-74 Tramontana. Su quinta gran carena comenzó a principios de 2018. Esta revisión permitirá al submarino continuar en servicio hasta 2028, año en el que está previsto poner a flote el cuarto sumergible de la serie S-80, el S-84 Mateo García de los Reyes.
Mientras tanto, el S-74 Tramontana, el otro sumergible en activo de la clase S-70 junto al Galerna, tras la “jubilación” del Mistral en junio de 2020, forma parte Grupo Anfibio Aeronaval “Dédalo 23″ que la Armada ha desplegado en el Mediterráneo durante tres meses y que lidera el portaaeronaves “Juan Carlos I”, al que acompañarán otros buques, cazas, helicópteros. Previamente, venía de participar en los ejercicios Sea Guardian de la OTAN.
Este ejercicio está sirviendo para “incrementar su adiestramiento”, pues les servirá, añade, “para preparar su calificación y certificación para la posterior incorporación a la Iniciativa de Preparación de la OTAN (NRI, por sus siglas en inglés), el año 2024″.
Previamente a este despliegue, el Tramontana también llevó a cabo una breve varada programada, que forma parte de las actuaciones para la extensión de su vida, aprobada a finales de 2021. La Armada decidió entonces mantener dos S-70 hasta la llegada del primer submarino S-80, el S-81 Isaac Peral, en 2023, según el calendario previsto.
Pero, ¿por qué es tan importante para España contar con submarinos?Desde un punto de vista tecnológico, para nuestro país es muy importante reforzar su autonomía estratégica al convertirse en uno de los escasos países que diseñan y construyen sus propios sumergibles. Navantia se convierte en Autoridad Técnica de Diseño.
El S-80 supone un salto tecnológico para el arma submarina española, con un sistema integrado de control de plataforma, un sistema de combate y un sistema de armas con capacidad de lanzar misiles tácticos, una capacidad única entre los submarinos no nucleares de la OTAN.
Pero, mas allá del plano puramente tecnológico, los submarinos se consideran sistemas de armas de características estratégicas por la capacidad que otorgan para mantener una presencia discreta en zonas de operaciones alejadas, incluso con anterioridad a que estalle una crisis, con el objetivo de adquirir inteligencia, proteger, llegado el caso, el despliegue de una fuerza terrestre y de proyectar el poder naval sobre tierra.
Por si todo esto fuera poco, son adecuados como fuerza disuasoria, pues son capaces de alejar a buques enemigos de determinadas zonas solo con la sospecha de que se encuentre presente en ellas un submarino.
Además, añaden la capacidad de interrumpir selectivamente el tráfico marítimo, tanto a lo largo de las rutas más previsibles (preferiblemente en los estrechos de obligado paso) como mediante el bloqueo de los puertos enemigos.
Y, por último, pero no menos importante, se encuentra la posibilidad de bombardear territorio con misiles de ataque a tierra, para lo que los submarinos anaerobios son particularmente idóneos debido a su relativa indetectabilidad.
Estas son las razones por las que son elementos claves y por las que cada vez es mayor el número de países cuyo objetivo es poseerlos o modernizar los que ya tienen con sistemas de generación de potencia independiente del aire que les proporcionan una mayor capacidad de permanencia en inmersión, sin necesidad de subir a cota periscópica.
Según un informe publicado el pasado año en la revista “Paix et Sécurité Internationales”, editada por la Cátedra y el Centro de Excelencia ‘Jean Monnet’, de la Universidad de Cádiz (Editorial UCA), “en el Mediterráneo, ocho países cuentan con submarinos en sus flotas, además de compartir sus aguas con potencias no ribereñas pero que mantienen presencia de forma cuasi permanente. Su relevancia se pone de manifiesto en el deseo de quienes los poseen por modernizar e incrementar sus unidades y por adquirir esa capacidad quienes aún no disponen de ella. España, con el S-80+, aumentará su capacidad de acción submarina, teniendo en cuenta el salto tecnológico que supone la nueva serie, aunque requerirá un número mayor de las unidades previstas si pretende mantener una presencia activa en todo tiempo a ambos lados del estrecho de Gibraltar”.
Estos ochos países son Francia, Italia, Turquía, Grecia, Israel, Argelia y Egipto, además de España, de los cuales solo Francia dispone de submarinos nucleares.
Según el mencionado informe, en total, entre todos los mencionados países podríamos estar hablando de más de medio centenar de submarinos, “que deben compartir escenario con un número indeterminado, aunque no inferior a una decena, de submarinos de otras potencias ajenas a sus costas. La modernización del Arma Submarina de estas Armadas es constante, a lo que se suma el deseo de independencia tecnológica, lo que lleva a algunos de ellos a idear diseños propios, como son los casos de España, Italia y Turquía. Sin embargo, en la actualidad, se puede decir que Alemania manda en cuanto a la fabricación y diseño de submarinos por lo que al Mediterráneo se refiere”.
Paralelamente, otros países ribereños que no cuentan con ellos, como es el caso de Marruecos, aspiran a conseguirlos, sobre todo por que Argelia sí los tiene.
La concentración de submarinos en un mar limitado como es el Mediterráneo lleva a concluir que “disponer de costa y no de submarinos –o no suficientes- es una debilidad estratégica, a lo que hay que sumar la disponibilidad operativa de los mismos para poder contar con unidades en todo tiempo que puedan cubrir las necesidades concretas de cada país”.
Por otro lado, no hay que olvidar que de los mencionados países, no todos disponen de sumergibles con sistemas de generación de potencia independiente del aire que les proporcionan una mayor capacidad de permanencia en inmersión, sin necesidad de subir a cota periscópica.
“Tres países de la cuenca Mediterránea ya cuentan con estos sistemas y otros dos están en proceso de adquirirla. La capacidad de proyectar el poder naval sobre tierra, con misiles anti superficie, es otra capacidad que hasta el momento solamente han demostrado tener Israel y Argelia, y solo el primero a largas distancias. El resto de países, incluida España, podrán alcanzar blancos cercanos a tierra con sus misiles anti buque”.
Los S-80, sin misiles Tomahawk
No hay que dejar de lado el hecho de que los submarinos de que dispone Argelia, los de la clase 636 (fabricados por Rusia a partir de la clase Kilo) incorporan 6 tubos lanzatorpedos de 553 mm; 18 torpedos o 24 minas; ocho misiles Strela 3M y, la clave, cuatro Kalibr 3M54K, que es sin duda la mayor amenaza a la seguridad de España y a la del resto de Europa occidental.
De hecho, el Tomahawk el único rival directo de los misiles rusos vendidos a Argelia. El Kalibr es un misil de crucero subsónico de seis metros de largo diseñado para volar bajo a través del espacio aéreo enemigo. La versión de ataque terrestre tiene un alcance de hasta 2.400 kilómetros a mach 3 y una ojiva explosiva que pesa media tonelada. También puede transportar una cabeza nuclear a 1.500 kilómetros de distancia. Según los expertos equivaldría al misil Tomahawk estadounidense.
Por el momento, los S-80 sí integrará misiles Harpoon UGM-84 Block II, misiles antibuque con capacidad de ataque a tierra, equipados con un impulsor cohete de combustible sólido y encapsulados en un contenedor cilíndrico para realizar el lanzamiento en inmersión a través de un tubo lanzatorpedos.
Su alcance es de unas 150 millas e incorpora una cabeza de guerra con 220 kilos de explosivo, muy lejos de los 2.400 a mach 3 de los Kalibr y su ojiva explosiva de 500 kilos. Evidentemente, los Harpoon, pese a que los S-80 serán los primeros sumergibles de la Armada en disponer de esta capacidad, juegan en otra liga respecto de los misiles rusos.
Cuatro submarinos S-80, insuficientes
Dado el carácter eminentemente marítimo de España, como recoge la Estrategia de Seguridad Marítima Nacional, y nuestra dependencia de las comunicaciones marítimas, junto a la configuración territorial dispersa (con archipiélagos y ciudades autónomas en el continente africano) y ser ribereños de uno de los estrechos con mayor tráfico marítimo del mundo, contar con los submarinos de la clase S-80 es una necesidad, pero los cuatro previstos se quedarían cortos de cara a conseguir mantener una presencia permanente en nuestras principales zonas de interés estratégico.
“Sobre el número ideal para mantener una presencia permanente en nuestras zonas marítimas de mayor interés e incluso, llegado el momento, negar el acceso a nuestras costas a otras flotas, no hay acuerdo, aunque es posible concluir que cuatro unidades se quedan cortas para dicho objetivo”.
En alguna ocasión se ha comentado la posibilidad de que el Ministerio de Defensa se plantease adquirir alguna unidad más pero de momento esta opción no se ha concretado, si bien es cierto que el momento sería éste habida cuenta de que la situación mundial tras la guerra en Ucrania ha llevado a muchos países, incluido España, a replantearse al alza sus presupuestos militares.
Las claves de la clase S-80
El submarino S-80 tiene un desplazamiento en inmersión de casi 3.000 toneladas (2.965 t), una eslora de 81 metros y un diámetro de casco resistente de 7,3 metros. Su velocidad en la superficie será de 10 nudos y en inmersión de 19 nudos. En su interior alberga 180 sistemas y 60 km de cables.
El sumergible está dotado con un sistema de propulsión principal basado en un motor eléctrico (MEP) de 3.500 kw y un motor diésel compuesto por tres grupos generadores de 1.200 kw que producen la energía que alimenta al MEP. Por su parte, el Sistema de Propulsión Independiente del Aire (AIP) permite al buque, de acuerdo con Navantia, permanecer hasta tres semanas bajo el agua. Mientras este sistema está activo, el submarino no tiene la necesidad de ascender a cota snorkel para recargar las baterías.
En las consolas de la sala de mando y control se maneja desde la propulsión del buque, hasta el aire acondicionado, pasando por los equipos y armamento que forman parte del sistema de combate o las comunicaciones.
La dotación del submarino está compuesta por 32 marinos, aunque tiene capacidad para acoger otros ocho efectivos más para, por ejemplo, operaciones especiales. La alta automatización de los equipos y sistemas ha reducido prácticamente a la mitad la dotación con respecto a los submarinos de la serie S-70, pese a ser un submarino de un desplazamiento y complejidad muy superior.
Por su parte, el sistema de armas incluye seis tubos lanzatorpedos y capacidad para embarcar 18 armas (misiles, torpedos y minas). El sonar cilíndrico ubicado en la proa es el principal sensor acústico pasivo para operaciones en inmersión.
Además del S-81, Isaac Peral, que se entregará este año a la Armada, el siguiera en entrar en servicio será el S-82, que recibirá el nombre de Narciso Monturiol, y tiene prevista su entrega en diciembre de 2024 a la Armada, es decir, justo dentro de dos años. El S-83, que recibirá el nombre de Cosme García, tiene su entrega prevista a la Armada para octubre de 2026 y 16 meses más tarde, en febrero de 2028, el S-84, bautizado como Mateo García de los Reyes.
Estos dos submarinos serían los primeros de la serie en incorporar ya de serie el Sistema de Propulsión Anaerobia (AIP, en sus siglas en inglés), lo que les permitirá generar su propia energía eléctrica y, así, navegar durante semanas sin salir a la superficie, proporcionando unas capacidades tácticas y de discreción no existentes a fecha actual. A diferencia de los submarinos convencionales, que necesitan subir prácticamente a la superficie para realizar operaciones de «snorkel» frecuentes para recargar sus baterías, los S-80 podrán hacerlo en inmersión, siendo así menos vulnerables y detectables.
El S-81 y el S-82 serán entregado a la Armada sin este sistema, que les será instalado en su primera gran carena, en la que serán reacondicionados.
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