Erwin Rostin, responsable del submarino nazi U-158 fue, junto con Hans-Ludwig Witt, a cargo del U-129, otro de los comandantes alemanes que pusieron en jaque a la navegación marítima de la Península de Yucatán en la Segunda Guerra Mundial.
Rostin hundió tres barcos cargueros al hilo en el Canal de Yucatán, muy cerca de Isla Mujeres, entre el 2 y el 5 de junio de 1942, y uno más frente a Telchac Puerto, el 22 de ese mes.
Fue también uno de los submarinistas más capaces del III Reich, con un impresionante récord de hundimientos. Durante su patrullaje de dos meses en el Golfo de México y el Mar Caribe torpedeó doce barcos, algunos muy cerca de las costas de Estados Unidos.
Hitler le concedió la Gran Cruz de Hierro, una de las condecoraciones más altas de la Alemania Nazi, pero nunca la recibió, porque al regresar a Europa para la ceremonia de premiación, un avión militar norteamericano hundió su submarino cerca de las Bermudas.
El U-158 llegó a la Península a principios de junio de 1942. Había salido de la base de submarinos nazis en Lorient, Francia, el 2 de mayo, dos semanas antes de la partida del U-129 que, como ya publicamos, hundió dos cargueros frente a Sisal y otros dos en aguas de Quintana Roo, en julio de ese año.
La misión del U-158 era atacar a los numerosos buques mercantes que recorrían las rutas que abastecían a Estados Unidos.
Este submarino, que tardó un mes en cruzar el océano Atlántico, hundió en su trayecto dos barcos que se cruzaron por su camino. Entró al Caribe por el estrecho entre Cuba y Haití y subió al norte hasta el Canal de Yucatán.
El 2 de junio, a 200 kilómetros de Isla Mujeres, el U-158 se topó con el carguero Knoxville City, de 5,686 toneladas, de bandera inglesa, que navegaba en convoy con otros barcos.
Según el reporte del historiador inglés Clay Mallmann, publicado en 2014 —que recopila las bitácoras de los submarinos nazis, y que Luis Felipe Lozano Suárez, miembro de la Academia Mexicana de Historia de la Aviación, entregó a Central 9—, Rostin lanzó un torpedo al Knoxville City, a las tres de la madrugada de ese día, que se impactó en la sala de máquinas y dejó zigzagueando al buque.
La explosión mató a dos de los tripulantes, destruyó las calderas, que a su vez acabaron con tres botes salvavidas, e inutilizó la antena de radio.
Después de cinco minutos, los 53 sobrevivientes abandonaron la nave en los dos botes salvavidas que quedaron. Una hora más tarde, Rostin disparó otro torpedo que hundió al barco en diez minutos.
Según el reporte de Mallmann, luego de dos días, una nave de bandera brasileña encontró a los tripulantes del Knoxville City a la deriva y ofreció llevarlos a Nueva Orleans, pero éstos declinaron la invitación por temor a sufrir un nuevo ataque del submarino alemán, a quien habían visto merodeando la zona.
Al final, un barco de la armada cubana los puso a salvo.
Muy cerca de la zona del hundimiento del Knoxville City, Erwin Rostin torpedeó el barco noruego Nidarnes, de 2,600 toneladas y cargado con material militar, a 120 kilómetros de Isla Mujeres.
A las cuatro de la mañana del 4 de junio de 1942, el U-158 lanzó un proyectil que hundió el barco en un minuto, matando a 23 tripulantes. Los once sobrevivientes, desesperados, saltaron por la borda y se subieron a una balsa improvisada donde permanecieron hasta su rescate por un barco estadounidense, un día después.
El U-158 era un submarino de 1,120 toneladas de peso, con 76 metros de longitud y seis lanzatorpedos. Tenía cuatro motores diésel, para navegar en la superficie, y dos motores eléctricos Siemens-Schuckert, para su desplazamiento bajo el agua. Su velocidad máxima sobre el mar era de 34 kilómetros por hora y de 13.5 bajo el agua y podía sumergirse hasta 230 metros de profundidad.
Al día siguiente del ataque al Nidarnes, el U-158 hundió el carguero Velma Lykes, de Estados Unidos, a 40 kilómetros de Isla Mujeres, matando a 15 de sus 32 tripulantes.
El barco, que navegaba en un convoy de 17 naves, recibió el impacto de un torpedo en la popa, a las 3:30 de la madrugada, que lo lanzó a pique en menos de un minuto.
De acuerdo con Clay Mallmann, los tripulantes —que pudieron ver el desplazamiento de la estela del torpedo ante de su impacto en el buque— no tuvieron tiempo de abordar los botes salvavidas y se acomodaron en tres balsas.
Al día siguiente, el carguero británico Ardenvohr, que viajaba de Nueva York a Panamá, los rescató con tan mala suerte que dos días después, el 10 de junio, el submarino nazi U-68 lo hundió frente a las costas de Nicaragua, aunque los tripulantes del Velma Lykes, lograron sobrevivir por segunda vez. .—
HERNÁN CASARES CÁMARA
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