Los problemas de diseño que está sufriendo el submarino S-80 de Navantia pueden
tener consecuencias más allá de los retrasos en su desarrollo. Hasta el
momento, sólo se ha hecho entrega de una de las cuatro unidades
previstas y ésta ya ha sido rechazada por sus problemas de peso. Como
corregirlos podría suponer unos costes adicionales inasumibles, la situación puede terminar arreglándose mediante modificaciones en el contrato inicial, pasando a estipular la compra de tres unidades en vez de cuatro. El sobrecoste que Defensa se
niega a pagar asciende a 400 millones de euros (2.200 millones frente a
los 1.800 inicialmente presupuestados). Si se acuerda que sólo se
adquieran tres unidades pero se dejan los 1.800 millones que en
principio se deberían haber pagado por cuatro submarinos,
se podría llegar a un acuerdo. En tal caso, cada submarino saldría por
más de 700 millones, en vez de por 550 millones de euros.
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