El Instituto Español de Oceanografía (IEO) contará a partir del mes de mayo en su sede de Santander con dos 'gliders'. Con leer ese término, los expertos en la materia serán conscientes de inmediato de la importancia que tiene la presencia de estos aparatos para apoyar la labor investigadora de los profesionales que trabajan en la observación de los mares y los cambios en ese ecosistema y que plantean soluciones concretas a los problemas relacionados con la protección del litoral frente a temporales, la pesca, el transporte marítimo o el turismo. Ellos son capaces de calibrar el calado de la noticia, pero para que lo entienda el resto del mundo hay que aportar un poco más de información. La parte llamativa es que se trata de dos robots submarinos que recorrerán la costa cántabra recogiendo datos y enviándolos a tierra en tiempo real. Y la parte relevante, la que ponen en valor quienes harán uso de estas máquinas en muy pocas semanas, es que supone la llegada de una tecnología puntera a nivel mundial que hará que el centro de investigación cántabro se sitúe a la vanguardia.
Aunque de manera puntual y para acciones concretas ya han visitado Santander algunos robots submarinos planeadores –la foto que acompaña esta información es de una campaña de 2013–, los que incorpora ahora el IEO suponen un salto cualitativo respecto a lo anterior. Porque tendrán base fija en Cantabria y servirán para crear una base de datos y una serie histórica sólida y porque el modelo adquirido tiene mejoras relevantes respecto a la mayoría de los que ya están en funcionamiento en otros lugares. «Debido al bajo consumo de energía pueden permanecer midiendo el océano durante semanas –tienen una autonomía mínima de 50 días– y recorriendo miles de kilómetros con asistencia humana únicamente desde tierra para su pilotaje mientras mandan los datos que recogen vía satélite», explica Raquel Somavilla, responsable del proyecto. La comunicación con el 'glider' es bidireccional: el submarino no sólo 'habla' para mandar datos, sino que también escucha a la persona que, desde tierra, le ordena modificar su tarea, el rumbo, la profundidad a la que debe llegar… Es decir, que trabaja a demanda en función de las necesidades e inquietudes que el investigador tenga en cada momento.
Alta tecnología y, en consecuencia, también un coste elevado. La empresa especializada Grafinta se ha encargado de su fabricación con un presupuesto de 598.950 euros, una inversión que el IEO ha podido hacer frente gracias a su integración en un programa científico del Gobierno de España con cargo al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Con estos fondos europeos se han comprado unos robots submarinos capaces de bajar hasta los 1.000 metros de profundidad y equipados con sensores que analizan parámetros físicos como temperatura y salinidad, directamente implicados en la interacción del océano con el clima o el tiempo atmosférico. También parámetros bioquímicos como el nivel de oxígeno disuelto y de clorofila, que proporcionarán obtener datos más relacionados con el estado y salud del océano y los ecosistemas marinos.
El contrato, además de los aparatos, que tendrán un peso máximo de 65 kilos, una eslora inferior a tres metros y un diámetro de alrededor de 30 centímetros, incluye los cursos de formación que recibirán las personas –participarán en la fase teórica y práctica al menos cinco profesionales– que trabajen en el proyecto. Los investigadores aprenderán antes de que se fondeen los submarinos cómo se calibran y pilotan, así como las técnicas para recuperarlos cuando concluya cada una de sus expediciones. Si no hay retrasos, los robots podrán hacer su primera salida este mismo verano.
La adjudicataria también suministrará un paquete de baterías recargables con sus cargadores correspondientes, un kits con material complementario, herramientas de software para su control, un juego de una pértiga de recuperación telescópica y un sistema de lanzamiento al mar, además de los carros para su transporte en tierra.
«La llegada de los 'gliders' pretende seguir haciendo de nuestro trabajo de observación de las aguas de nuestra comunidad autónoma un referente en lo que se refiere al estudio de la evolución del océano y el clima», apunta Somavilla, que está convencida de que con estos nuevos aparatos su método científico podrá evolucionar para acercarlo al que utilizan los observatorios oceánicos de referencia a nivel mundial. En su opinión, el paso más relevante que se da con estos submarinos es que se amplía el abanico de variables esenciales del océano medidas. Estos datos –todos serán de libre acceso para curiosos o investigadores que trabajen en otros centros fuera de la región– se sumarán a los que aportan los barcos científicos que de forma periódica realizan campañas en Cantabria o a los de la boya Augusto González Linares, temporalmente fuera de uso por los daños sufridos por el último gran temporal marítimo.
En España, hasta el momento, solo los dos centros públicos que tienen la categoría de Infraestructuras Científicas y Técnicas Singulares (ICTS) operan regularmente con 'gliders'. Se trata de la Plataforma Oceanográfica de Canarias y el Sistema de Observación y Predicción Costera de las Islas Baleares. Ahora, tanto la sede del IEO en Santander –acaba de ser nombrado como centro de referencia de este instituto público en materia de Pesquería– como el Centro de Investigación Marina y Alimentaria del País Vasco se incorporarán a este selecto grupo.
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