El reciente análisis de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) sobre la estrategia de construcción naval de Estados Unidos revela un declive inminente del arsenal de submarinos de ataque de propulsión nuclear (SSN) de la nación.
Este declive, que se estima comenzará en 2037 y persistirá durante casi una década, es consecuencia directa de la aplicación del acuerdo AUKUS, por el que Estados Unidos se compromete a proporcionar de tres a cinco submarinos de la clase Virginia a la Marina Real Australiana.
Este ajuste del inventario refleja un descenso previsto hasta una horquilla de entre 40 y 50 submarinos de ataque, lo que sitúa a la Marina estadounidense por debajo de su objetivo declarado de 66 submarinos de ataque en su flota. Esta situación se deriva de la incapacidad de los astilleros navales para compensar la venta de submarinos a Australia con la entrega puntual de nuevos submarinos de la clase Virginia para la Armada estadounidense.
La CBO exploró tres escenarios diferentes en su análisis, todos ellos en el marco del primer plan de construcción naval de la Armada, considerado el más conservador de los propuestos. Estos escenarios varían en cuanto a la combinación de submarinos nuevos y usados de la clase Virginia que se venderán a Australia.
Para abastecer la demanda de entre 3 y 5 submarinos adicionales en este rango, sería necesario aumentar el ritmo de construcción a entre 1,9 y 2,6 submarinos nucleares de ataque al año, dependiendo del escenario seguido. Esta necesidad contrasta con la proyección actual de la Armada, que prevé no alcanzar una cadencia de construcción de dos submarinos al año hasta 2028, manteniendo actualmente un ritmo de producción de aproximadamente 1,3 submarinos al año.
Este informe pone de relieve los retos a los que se enfrenta la Armada estadounidense en su esfuerzo por mantener un equilibrio entre el cumplimiento de sus compromisos internacionales y la consecución de sus objetivos estratégicos de defensa submarina. La asociación AUKUS, aunque refuerza los lazos militares con Australia, impone importantes limitaciones temporales y logísticas a la capacidad de la Marina estadounidense para ampliar y renovar su flota de submarinos de ataque.
Retos del pacto AUKUS ante la ampliación de la flota de submarinos
En un esfuerzo por estrechar los lazos en materia de defensa y compartir tecnología avanzada, la administración Biden ha esbozado una estrategia a largo plazo para impulsar el pacto AUKUS junto al Reino Unido y Australia. Este acuerdo estratégico implica la transferencia de tecnología de propulsión nuclear a Australia y la venta de submarinos de la clase Virginia a la Marina Real Australiana (RAN) en la década de 2030. Esta medida se concibe como un puente mientras se forma a la gente de mar y a la mano de obra australiana en el mantenimiento y la construcción de estos buques, al tiempo que se promueve el desarrollo de una infraestructura industrial nacional.
Sin embargo, el informe anual de la CBO sobre la planificación y las previsiones de costes de la construcción naval de la Armada estadounidense plantea dudas sobre la viabilidad de cumplir el objetivo de ampliar la flota a 66 submarinos de ataque. Esta preocupación se intensifica al considerar simultáneamente la venta de submarinos a Australia y la construcción del submarino de misiles balísticos clase Columbia.
La CBO señala que el intervalo entre la asignación de fondos y la entrega de los SSN ha aumentado de seis a nueve años, una tendencia que complica significativamente el aumento de la producción de submarinos de ataque, especialmente durante un periodo que prevé la construcción de un submarino clase Columbia al año. Esta situación pone de relieve el reto que supone para la industria submarina estadounidense aumentar la producción sin incurrir en costes desorbitados.
Aunque la reciente petición de la administración Biden de un suplemento presupuestario de 3.400 millones de dólares para la base industrial de submarinos no se tuvo en cuenta en el análisis de la CBO, la actual capacidad de producción de aproximadamente 1,3 submarinos de ataque al año no alcanza la necesidad expresada por el ex Jefe de Operaciones Navales, Almirante Mike Gilday. Según Gilday, es imperativo superar la cadencia de dos submarinos clase Virginia al año para cumplir los compromisos de venta a Australia y satisfacer las necesidades de ampliación de la flota.
Este escenario subraya el dilema de equilibrar los compromisos internacionales de Estados Unidos con las exigencias de su estrategia de defensa submarina, un reto que exige soluciones innovadoras y una inversión significativa para garantizar las capacidades de defensa y la presencia estratégica global de la Marina estadounidense.
Esfuerzos legislativos vitales para el futuro de AUKUS y la defensa submarina
Durante una sesión ante el Congreso el pasado miércoles, altos funcionarios del Pentágono y de la Armada de EE. UU. destacaron la importancia de las propuestas legislativas para el año fiscal 2024. Estas propuestas, que incluyen disposiciones para permitir a Australia contribuir financieramente al fortalecimiento de la base industrial estadounidense y facilitar la venta de submarinos clase Virginia a Australia, se presentaron como elementos cruciales para la viabilidad y el éxito del acuerdo AUKUS.
El Vicealmirante Bill Houston, Comandante de las Fuerzas de Submarinos Navales, destacó ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes la importancia de estas iniciativas legislativas. “Es imperativo llevar a cabo estas acciones para beneficiar a nuestra base industrial, potenciar nuestras fuerzas de submarinos y mejorar las capacidades defensivas en la región Indo-Pacífica, garantizando su estabilidad y accesibilidad a todas las naciones”, declaró Houston. La aplicación de estas propuestas legislativas se considera fundamental para facilitar la formación, aceptar la financiación y llevar a cabo las transferencias de información necesarias que beneficiarán a los tres países implicados en AUKUS.
Además, el informe de la CBO aborda otros programas clave de construcción naval de la Armada, incluyendo evaluaciones detalladas de costes. Entre ellos destaca el análisis del coste del buque de desembarco medio, diseñado para transportar fuerzas de infantería de marina en operaciones de salto de isla y de costa a costa. Contrariamente a las estimaciones iniciales de la Marina y de los Marines, que preveían un coste por unidad de entre 100 y 150 millones de dólares, el informe de la CBO estima que cada casco costará aproximadamente 270 millones de dólares, casi el doble de lo previsto. Esta discrepancia en las estimaciones de costes subraya los retos financieros y logísticos asociados a la modernización y ampliación de las capacidades navales y anfibias de Estados Unidos.
Esta sesión ante el Congreso y el informe de la CBO ponen de relieve colectivamente la complejidad y los retos financieros, industriales y estratégicos a los que se enfrenta Estados Unidos en su intento de reforzar su posición y capacidades en el ámbito de los submarinos y más allá en el contexto del acuerdo AUKUS y sus ambiciosos objetivos de construcción naval.
Estimaciones financieras sobre el horizonte de la construcción naval estadounidense
La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) amplió su análisis al programa de buques anfibios LPD(X), sucesores de la serie LPD-17 Flight II, encontrando discrepancias moderadas en comparación con las previsiones de la Marina estadounidense. Según la CBO, se prevé que cada unidad de la serie LPD(X) cueste entre 2.500 y 2.700 millones de dólares, frente a las estimaciones de la Armada que fluctúan entre 2.200 y 2.300 millones de dólares por buque. Esta diferencia se atribuye a la metodología de la CBO, que incluye ajustes por los aumentos históricos de los costes de mano de obra y materiales en la industria de la construcción naval, un factor que las proyecciones de la Armada tienden a omitir.
Además, el análisis de la CBO evaluó el futuro programa DDG(X), destinado a sustituir a los destructores de la clase Arleigh Burke. Para este programa, se estima un coste por unidad de entre 3.200 y 3.500 millones de dólares, manteniendo la coherencia con la estimación anterior de la CBO que sugería un coste de aproximadamente 3.400 millones de dólares por casco.
Para el SSN(X), el futuro submarino de ataque de nueva generación, la discrepancia entre las estimaciones de costes de la CBO y de la Armada es notablemente más significativa. El CBO proyecta que el coste por unidad de estos submarinos avanzados oscilará entre 7.700 y 8.000 millones de dólares, superando en más de 1.000 millones las previsiones de la Armada, que estima cada SSN(X) entre 6.700 y 7.000 millones de dólares.
Este análisis financiero subraya los retos presupuestarios y logísticos a los que se enfrenta la Armada de EE. UU. a la hora de planificar la próxima generación de su flota naval. La diferencia de estimaciones entre el CBO y la Armada pone de relieve la complejidad inherente a la previsión de costes futuros en la industria de la construcción naval, especialmente en un contexto de fluctuación de los precios de los materiales y la mano de obra.
Estas proyecciones ofrecen una perspectiva crítica para la futura planificación y financiación de los programas navales, marcando un punto de partida para las discusiones presupuestarias y estratégicas en el desarrollo de capacidades navales avanzadas.
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