En los dos últimos años se han producido una serie de incidentes que han dañado infraestructuras submarinas frente a las costas escandinavas, el último de ellos el 8 de octubre. La policía finlandesa ha atribuido este incidente concreto a un portacontenedores chino, el Newnew Polar Bear, sospechoso de destruir un gasoducto que conecta Finlandia y Estonia.
Sin embargo, la investigación del Dossier Centre ha vinculado a los propietarios del buque con Rusia, lo que hace temer posibles vínculos con las fuerzas especiales del FSB. Un examen más detallado revela que barcos pesqueros aparentemente inocentes, como el Newnew Polar Bear, pueden estar equipados para operaciones submarinas, actuar bajo las directrices de la cúpula militar de Moscú y atracar cerca de bases militares antes de embarcarse en viajes europeos.
El Dossier Centre ha encontrado conexiones entre armadores y altos cargos de la marina rusa, incluido el Comandante en Jefe de la Armada rusa. El grupo Norebo, uno de los principales holdings pesqueros rusos, se ha visto implicado en posibles actividades de espionaje, dada la estrecha relación de su fundador con Nikolai Egorov, compañero de Putin.
Las actividades orquestadas de sabotaje submarino apuntan a una tendencia creciente en la que Rusia aprovecha buques civiles con fines de inteligencia y reconocimiento, lo que ha hecho que los países de la OTAN expresen su preocupación por un hipotético escenario en el que la Flota del Norte de la Armada rusa corte los cables submarinos y las rutas marítimas que conectan Europa y Estados Unidos.
Las imágenes del 22 de octubre obtenidas por el fotógrafo Arkhangelsk Vitaly Vashutkin arrojan luz sobre la falta del ancla delantera izquierda del Newnew Polar Bear, coincidiendo con las afirmaciones de la policía finlandesa sobre el incidente del gasoducto. La investigación también desvela al propietario final, el empresario chino Fan Yuxin, cuyos intereses comerciales en Rusia suscitan dudas sobre una posible colaboración con las autoridades en Moscú.
Al interconectar los incidentes submarinos, la investigación encontró un episodio anterior relacionado con la avería de un cable de fibra óptica que conecta el archipiélago de Svalbard con la Noruega continental. El repentino fallo del cable, atribuido a las anclas de arrastre de un pesquero, muestra el mismo modus operandi que el incidente del gasoducto del Báltico.
En el anterior suceso, el implicado fue el pesquero ruso Melkart 5, propiedad de Murman Seafood, que guarda vínculos con un alto cargo del FSB, Arnold Kukushkin. En este sentido, la pasada asociación de Kukushkin con el escuadrón especial "Killer Whale" del FSB y su participación en una organización de veteranos revelan una posible conexión con submarinistas de combate, lo que apoya las sospechas de la implicación rusa en los incidentes submarinos.
La película de investigación "The Shadow War" (La guerra en la sombra), producida por periodistas de Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, subraya la participación activa de buques civiles en actividades de inteligencia por parte de Rusia.
La película sugiere que estos buques, incluidos los pesqueros, pueden estar implicados en actividades de espionaje y sabotaje en consonancia con la nueva doctrina marítima rusa establecida por Putin en 2022, que hace hincapié en la preparación de los buques civiles para operaciones bélicas.
Otras revelaciones procedentes de comunicaciones de radio interceptadas indican la presencia de "barcos fantasma" rusos en aguas nórdicas, como el "Admiral Vladimirsky", oficialmente un buque de investigación, pero sospechoso de realizar labores de inteligencia. Las sospechosas pautas de navegación del buque en torno a parques eólicos marinos e infraestructuras críticas hacen temer que Rusia se esté preparando estratégicamente para un conflicto de gran envergadura, que podría consistir en un sabotaje para interrumpir el suministro eléctrico y los cables de datos en el noroeste de Europa.
La colaboración en la investigación entre DR, NRK, SVT y Yle desvela 50 buques rusos que han mostrado un comportamiento sospechoso en la última década. Estos buques, que se cree que son capaces de misiones específicas como la colocación de minas marinas y la cartografía de la infraestructura, exponen aún más los esfuerzos multifacéticos de Rusia para reunir información de inteligencia y prepararse para futuros sabotajes.
A medida que la comunidad internacional toma conciencia de las actividades de Rusia en aguas nórdicas, aumenta la preocupación por la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas y las posibles consecuencias de los ataques contra la energía, las comunicaciones y otros sectores esenciales.
El gobierno ruso, sin embargo, mantiene que sus buques de investigación operan dentro de la legalidad internacional, coordinados a través de canales diplomáticos. Las implicaciones de estas revelaciones plantean serios interrogantes sobre la naturaleza cambiante de la seguridad marítima y la intersección de buques civiles con estrategias militares en la búsqueda de inteligencia y posibles actos de sabotaje.
Las ramificaciones geopolíticas de estas revelaciones se extienden más allá de la región nórdica, ya que las implicaciones estratégicas de las actividades de Rusia en los territorios marítimos reverberan en todo el panorama de la seguridad global. Las recientes actualizaciones de la doctrina naval rusa, que permiten la activación de diversas embarcaciones, incluyendo buques civiles de investigación, cargueros y pesqueros de arrastre, subrayan un cambio en el paradigma de la defensa marítima.
La vulnerabilidad de las infraestructuras críticas, incluidos los cables eléctricos y de datos, ante posibles actos de sabotaje subraya la necesidad de reforzar las medidas de seguridad y la cooperación internacional. Las consecuencias de las interrupciones en los sectores de la energía, las comunicaciones y otros sectores esenciales podrían tener repercusiones de gran alcance en las sociedades y las economías.
El experto en infraestructuras marítimas, Tobias Liebetrau, subraya los retos potenciales que plantean los ataques a las infraestructuras de los fondos marinos, advirtiendo de la dificultad de mantener las operaciones si se ven comprometidas grandes partes de la infraestructura energética o de comunicaciones.
El envío por parte de DR, SVT, NRK e Yle de información relativa a la cartografía rusa de infraestructuras en la región nórdica refleja un esfuerzo por entablar un diálogo diplomático sobre estos delicados asuntos. Sin embargo, la limitada respuesta del embajador ruso en Noruega ofrece poca claridad sobre la naturaleza de estas actividades, dejando preguntas persistentes sobre las intenciones y motivaciones detrás de las operaciones marítimas de Rusia.
En conclusión, la intrincada red de espionaje submarino y sabotaje potencial en la que se ven envueltos los pesqueros y buques civiles rusos supone un importante desafío para la seguridad regional y global. Mientras las naciones lidian con la naturaleza cambiante de las amenazas marítimas, es imperativa una respuesta internacional coordinada para salvaguardar las infraestructuras críticas y mitigar los riesgos asociados a las actividades marítimas rusas en aguas nórdicas.
La intersección de las estrategias civiles y militares en las operaciones submarinas subraya la necesidad de un enfoque matizado y global de la seguridad marítima en una era de crecientes tensiones geopolíticas.
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