Aplausos, abrazos y hasta alguna lágrima se escaparon ayer en medio de la tensión vivida en el astillero de Cartagena en el día histórico de la puesta a flote del submarino S-81 'Isaac Peral', el primero diseñado y construido en España. Ingenieros, técnicos, operarios y directivos de Navantia dejaron aflorar sus sentimientos cuando el barco quedó completamente a flote en aguas del puerto y vieron cómo también se esfumaban algunos de los fantasmas que han perseguido al mayor proyecto de la industria militar española en toda su historia. Defensa lleva invertidos en él dos décadas de esfuerzo y casi 4.000 millones de euros para dotar a la Armada de cuatro submarinos oceánicos no nucleares de última generación.
La empresa pública puso en el agua con éxito la primera unidad, dejando atrás temores a nuevos fallos, como los que obligaron a rediseñar el prototipo en 2014. A las cinco de la tarde, nueve horas después del inicio de las operaciones, las bocinas de los barcos militares surtos en el mar de Mandarache, la dársena que comparten el Arsenal y el astillero, anunciaron que el 'Isaac Peral' había superado sus primeras pruebas en el mar. En concreto, «comprobaciones vitales para su seguridad», como el soplado y las ventilación de los lastres y el soplado de las rejillas.
Los aplausos de satisfacción de los empleados del astillero y los especialistas de la Armada que dirigieron la operación fueron correspondidos de igual forma por los curiosos concentrados en la dársena de botes, a unos doscientos metros de distancia.
Las muestras de alegría se repitieron una hora después, cuando la nave quedó liberada del dique flotante utilizado para la botadura y pasó a ser controlada por los prácticos del Puerto, los remolcadores 'Aníbal', 'Asdrúbal' y 'Brío', los amarradores y el personal del Tren Naval del Arsenal. El S-81, con la propulsión propia aún sin arrancar, quedó trincado al muelle del astillero a las siete de la tarde con su proa apuntado hacia poniente y la hélice totalmente sumergida para evitar que se vea. Navantia protegerá lo máximo posible el diseño de esa pieza por la cantidad de información estratégica que puede aportar a sus competidores industriales.
La botadura del 'Isaac Peral' es un paso de gigante para convertir a medio plazo los S-80 en un producto exportable y muy rentable para la industria tecnológica y militar española, en competencia con los submarinos oceánicos no nucleares que pueden diseñar y construir solo una decena de países en el mundo.
La dotación, a bordo
La operación de puesta a flote se realizó con la treintena de marinos que componen la dotación de quilla del S-81, comandada por el capitán de corbeta Manuel Corral Iranzo, a bordo para controlar la nave en los momentos críticos.
A partir de ahora y hasta su entrega a la Armada, prevista en febrero de 2023, el nuevo submarino tiene por delante cumplir los hitos de seguridad establecidos en la estrategia constructiva. Hasta final de año, aproximadamente, será sometido a las pruebas de puerto, que implican el primer embarque de gasoil y la primera carga de baterías, entre otras muchas. En 2022 comenzarán las de mar: la primera navegación en superficie, la inmersión estática, la primera salida en inmersión y la inmersión a cota máxima operativa.
Fuentes de Navantia y de la Armada coincidieron en que en los próximos meses surgirán problemas «lógicos» en un prototipo altamente tecnológico y diseñado mediante procedimientos propios de la industria aerospacial de Estados Unidos. Pero garantizaron que ya no hay vuelta atrás y los contratiempos superados en el diseño y fabricación del S-81 servirán de experiencia en las tres unidades restantes. Estas serán entregadas a la Armada en intervalos de dos años hasta febrero de 2028.
La 'número dos' de Defensa, en el Arsenal y en la botadura
La secretaria de Estado de Defensa y 'número dos' del Ministerio, Esperanza Casteleiro, visitó ayer el Arsenal cartagenero, donde se ubica la Flotilla y Escuela de Submarinos. El departamento dirigido por Margarita Robles informó de que Casteleiro fue acompañada por el almirante de Apoyo Logístico de la Armada, Aniceto Rosique, y el vicealmirante Pedro Luis de la Puente. Ambos le informaron de «las diferentes vicisitudes que atañen el sostenimiento de las unidades apoyadas por dicho Arsenal», según Defensa. Posteriormente, presenció en el astillero de Navantia la botadura del 'Isaac Peral'.
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