Ante este importante anuncio lo primero que se debería tener en cuenta es: ¿Qué tipo de submarino necesita nuestro país? Es decir, ¿cuáles son las características técnicas con las que éste debería contar, para brindar el máximo de soluciones a las necesidades nacionales en la materia?
Con esa respuesta, recién podemos desplegar otras preguntas: ¿quién será el vendedor? ¿La compra será "llave en mano" o implicará algún tipo de transferencia tecnológica y de desarrollo de la capacidad productiva argentina?
Si efectivamente saldremos al mercado mundial de armamento a comprar un submarino, debemos ser un comprador inteligente e invertir los recursos nacionales de la mejor manera. Ello implica saber qué comprar, a quién y bajo qué condiciones.
Y estos lineamientos básicos, que parecen una verdad de perogrullo, desgraciadamente no lo son, como queda demostrado en las últimas compras de armamento que realizó nuestro país durante la gestión del presidente Mauricio Macri. Comprar material militar no equivale a la importación que nuestro país puede llegar a realizar de cualquier otro producto. Al ser un elemento de carácter estratégico se impone un análisis más profundo que el realizado en otros rubros.
Dicho esto y como lo hemos expresado anteriormente, la elección del proveedor es una instancia clave. Con la experiencia acumulada desde la Guerra de Malvinas de 1982 y en base a un análisis de nuestros intereses nacionales, Estados Unidos, Gran Bretaña ni los otros miembros de la OTAN pueden, bajo ningún punto de vista, cumplir ese rol. Debe buscarse entre aquellos países que puedan dar un producto de calidad, sean confiables ante un escenario que plantee una situación extrema y que, además, estén dispuestos a realizar transferencias tecnológicas que permitan a nuestro país ir consolidando su propia producción nacional en la materia.
Tomando el informe del Instituto Internacional de Investigación de Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), de los veinticinco principales exportadores de armamento del año 2018, catorce eran miembros de la OTAN. De los restantes países, pocos tienen la tecnología suficiente para posicionarse como potenciales proveedores de submarinos. Es decir, prácticamente solamente Rusia -y quizá también China- son los únicos que podrían llegar a ocupar eventualmente ese rol.
¿Ante estos dilemas, qué posición adoptará en este tema el ministro Rossi?
* Licenciado en Ciencias Políticas (UBA)
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