Quién sabe qué diría hoy Narcís Monturiol, el creador del submarino, al ver que 150 años después de su invento original, un empresario visionario de Estados Unidos ha decidido instalarse en Catalunya, en Sant Cugat, para ensamblar el modelo que ha batido todos los récords de inmersión.
Patrick Lahey es un enamorado de los océanos y amante de los desafíos imposibles. Su compañía Triton Submarine, con sede en Florida y una facturación de 50 millones de dólares, ha invertido cinco millones de euros en empresas y proveedores catalanes, que han contribuido a crear el submarino capaz de llegar hasta el fondo de los abismos, 10.928 metros en las Fosas de las Marianas, lo que representa la nueva marca mundial (la anterior remontaba a 1960). Lahey eligió Catalunya gracias a la ayuda del Barcelona Clúster Nàutic de Toni Tió y al ver que aquí tenía un listado de compañías de alto valor tecnológico y de ingeniería para hacer realidad su sueño.
La estadounidense Triton Submarines ensambla en Sant Cugat modelos para uso turístico
Optó en concreto por Sant Cugat, donde invirtió un millón de euros en las instalaciones, en las que trabajan hoy ocho personas, para operar con dos cámaras hiperbáricas únicas en Europa Occidental, que permiten someter los componentes del submarino a las condiciones de presión y temperatura en el punto más profundo del océano (1.200 veces más que en la superficie).
Varios componentes clave de este sumergible, el primero de la historia certificado para operar a una profundidad ‘ilimitada’ y reutilizable varias veces, han sido desarrollados por las empresas catalanas Gutmar, Ingenia e Ictineu. Estas empresas aportaron el 30 % del vehículo, incluidos componentes clave como la escotilla, los asientos de las ventanas, los controladores de los motores, que fueron testados en la Universitat Politècnica de Catalunya, además de las baterías.
La intuición de Lahey (reconoce que al principio sus planes fueron tachados de “ridículos” y “en la frontera de lógica”) es que la exploración submarina en el futuro será cada vez más popular. No sólo para exploraciones científicas, sino para el disfrute de los apasionados (y tal vez la concienciación del gran público).
Por ejemplo, cuenta que se emocionó cuando sir David Attenbrough eligió uno de sus submarinos para documentar las maravillas de las profundidades del mar, o cómo un investigador se quedó sin palabras después de observar un calamar gigante plateado en las costas de Japón. Pero Lahey no se para aquí. El próximo objetivo de su empresa boutique (así la llama, ya que trabaja bajo pedido) es explorar las entrañas del mar Ártico.
Además, a escala comercial, habrá más novedades. Pronto comenzará en Sant Cugat el ensamblaje del primer sumergible turístico de la empresa. El Triton DeepView 100/24 llevará a 24 pasajeros y 2 tripulantes a una profundidad de 100 metros en un casco completamente transparente. Es un encargo procedente de un resort de Vietnam para llevar los turistas a contemplar la barrera coralina.
Asimismo, prepara una guinda final (y más glamurosa): también de Sant Cugat podrán salir las primeras unidades de Neptune, un submarino de lujo, creado en colaboración con Aston Martin y que fuentes bien informadas aseguran que hará su aparición en la próxima película de James Bond. No estará al alcance de todos, ya que su precio supera los 42 millones de euros. Con asientos de piel y visión a 360º, ofrecerá a los dos privilegiados tripulantes el panorama marino a una profundidad de 500 metros.
Una vez más, este ejecutivo cree que Catalunya puede ser el punto de partida para que este tipo de vehículos despeguen... bajo el agua. Este empresario, que se estrenó en las inmersiones en 1975, ha participado en el diseño, ingeniería, fabricación y pruebas de numerosos vehículos y sistemas submarinos, incluidos más de 50 sumergibles tripulados. Ha hecho de la épica su propio negocio, que ahora sale a flote.
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