10/04/2015. En este tipo de tareas se pone de manifiesto la preparación integral de las unidades submarinas.
Mar del Plata – Desde noviembre del año pasado y continuando hasta el presente, la Fuerza de Submarinos se encuentra abocada a un programa de lanzamiento de torpedos de ejercicio.
Esta tarea constituye la cima de la actividad submarinística ya que en ella se pone de manifiesto la preparación integral de las unidades submarinas, no sólo en lo que respecta al lanzamiento del arma, sino también en lo concerniente al adiestramiento en técnicas y tácticas; alistamiento de la unidad; embarque del torpedo; preparación del sistema de armas; la aproximación y el ataque al buque blanco; y el guiado del torpedo.
Los torpedos de ejercicio utilizados para esta ocasión son similares a los de combate; ambos se conforman con secciones intercambiables, que unidas entre sí constituyen el arma. Por ejemplo, poseen las secciones del motor, de la batería y electrónica, del material explosivo y de la cabeza acústica, entre otras.
La diferencia entre ellos la constituye una sección, que es la del material explosivo. En el caso de los de ejercicio, ésta es reemplazada por una que posee equipamiento electrónico capaz de registrar la actividad del torpedo una vez que es lanzado fuera del submarino. Además el de ejercicio posee una batería recargable, que puede ser utilizada para efectuar varios lanzamientos.
El ejercicio
Comienza con la designación del buque lanzador y el buque que oficiará eventualmente de blanco. Ambos son desplegados al mar en un área donde el submarino debe realizar su aproximación hacia la unidad de superficie y efectuar el lanzamiento del torpedo en inmersión, tratando de concretar la actividad de la forma más parecida posible a una situación real, con el fin de preparar al personal interviniente en el complejo arte del ataque submarino.
Estos lanzamientos deben ser efectuados de noche, porque una vez que el torpedo finaliza su corrida debe ser recuperado del mar y, para tal fin, cuenta con una luz indicadora de su posición, sólo visible en la oscuridad. También posee una chicharra que permite ser escuchada por el sonar del submarino.
Los torpedos usados son “filoguiados”, lo cual implica que durante su corrida permanecen comunicados con el buque lanzador por medio de un fino cable que se va desplegando y que permite enviarle señales electrónicas para poder efectuar el control del mismo. De esta forma es guiado hasta hacer contacto por medio de su propio sonar con el buque blanco.
Un vez que el torpedo agota su batería, sale a la superficie, enciende su luz indicadora de posición y comienza a emitir sonido su chicharra. Gracias a ello puede ser localizado y el mismo buque que ofició de blanco procede a su recuperación.
La recuperación final la realizan buzos salvamentistas, quienes se encuentran embarcados en el “buque blanco”. Éste se aproxima al torpedo inmóvil, arría uno de sus botes y desembarca al personal de buzos, que una vez junto al torpedo se arroja al agua para asegurar el mismo con unos arneses que posteriormente permitirán su remolque hasta puerto.
Esta tarea la efectúa la lancha patrullera ARA “Punta Mogotes”, que recibe el torpedo de manos de los buzos y luego lo remolca a bajas velocidades hasta la Base Naval Mar del Plata, donde es recibido por el Arsenal Naval Mar del Plata para su posterior análisis.
Los participantes
En este tipo de actividades no sólo participa la Fuerza de Submarinos con sus unidades lanzadoras y su personal, sino también el Arsenal Naval Mar del Plata en la preparación y alistamiento del torpedo para su lanzamiento y posterior análisis efectuado a la información registrada por la sección electrónica del mismo.
También participa la División de Patrullado Marítimo aportando las unidades que ofician de buque blanco y recuperador del torpedo; y el Área Naval Atlántica otorgando los servicios indispensables, buzos de su División Salvamento y la lancha ARA “Punta Mogotes” para el remolque.
Asimismo, es partícipe el Comando de la Aviación Naval que mantiene a la orden una aeronave para eventualmente contribuir a la localización del torpedo a ser recuperado.
En síntesis, estos ejercicios implican la participación de personal y medios de diversa índole y actividad, que trabajando en conjunto permiten el adiestramiento individual e integral de diferentes componentes de la Armada.
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