Los submarinos son grandes recursos militares de cualquier flota naval, ya que permiten a los países infiltren las líneas enemigas y recopilen información preciosas sin ser detectados.
Sin embargo, si usted está a una distancia peligrosa de su base, es mejor no tener que salir, debido al riesgo de ser descubierto y hundido.
Los submarinos fueron usados por primera vez en la Primera Guerra Mundial, pero fue en la Segunda Guerra Mundial que ganaron protagonismo y fueron vitales para promover ataques y defender territorios.
Y aunque ellos fueran considerados recursos estratégicos, los submarinos no han sido diseñados para ofrecer el mínimo confort a sus tripulantes.
Apretado y apestoso
El espacio era muy limitado, el mal olor, casi insoportable, y sólo había dos baños para todo el equipo. Los submarinos alemanes eran aún peores: no existían los tanques de almacenamiento para los tocadores, lo que significaba tener que tirar los desechos directamente en el agua.
De Esta forma, la única manera de deshacerse de toda la “producción” del equipo del submarino era cuando el vehículo emergía a la superficie.
Y como obviamente la tripulación necesitaba ir al baño, mientras el submarino estaba sumergido, esto resultaba en una abundante cantidad de residuos esparcidos por las salas. Si el olor ya era malo normalmente, esta condición se llegaba a niveles repugnantes.
Lo Modernizaron, pero no tanto
Los submarinos se han modernizado años después, con la llegada del modelo U-1206, pero eso no significó grandes cambios para los baños.
La única modificación fue en aumento en la presión de los tocadores, permitiendo que las descargas de los vasos fueran más intensos.
Sin embargo, el proceso se volvió tan complejo que algunos miembros de la tripulación tuvieron que ser entrenados para llevar a cabo la tarea.
Ya desde ahí, de ser duramente entrenados para realizar una función biológica de los más normal y natural como es defecar, complicó las cosas.
En cierta ocasión, el capitán Karl Adolf Schlitt necesitaba usar el baño cuando el submarino que él comandaba estaba desde una semana situado a 200 pies por debajo de la superficie cerca de la costa escocesa.
Él trató de dar la descarga, pero, debido a la dificultad del manual de instrucciones, acabó llamando a uno de los expertos.
Un error fatal al ir al baño
Él, entonces, abrió la válvula del aire libre, mientras que el interior estaba abierto, permitiendo que un torrente de agua constante entrara en el submarino.
Por desgracia, el agua mojó las baterías, la difusión de gas de cloro entró al recinto, lo que era absolutamente fatal. Con el fin de evitar un desastre, el capitán Schlitt, sosteniendo aun el papel higiénico en sus manos, tomó la valiente decisión, de llevar el submarino a la superficie de modo de recibir aire respirable.
Sin embargo, fueron vistos por una aeronave, que disparó y dañó el submarino de tal manera que ellos no pudieron sumergirse de nuevo.
El saldo final fue un miembro muerto a tiros, tres ahogados, treinta y seis rescatados por pequeñas embarcaciones de la vecindad y diez capturados por las fuerzas de oposición.
Y todo por culpa del capitán que no supo como arrojar sus excrementos, siguiendo las instrucciones del manual.
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