Recientemente, el submarino K-419 Kuzbass destruyó la flota de un potencial enemigo durante unas prácticas de tiro de la Flota del Pacífico ruso.
En el marco de los ejercicios, la tripulación del buque tenía como tarea penetrar sigilosamente en un convoy enemigo y destruirlo con torpedos. El papel de adversario lo desempañaron buques antisubmarino de la Flota del Pacífico, que no lograron localizar y neutralizar al Kuzbass.
El K-419 Kuzbass es un submarino de 3 generación del proyecto 971 Schuka-B (Lucio, en ruso). El nombre asignado por la OTAN a estas naves es Akula, en referencia al primer submarino de esta clase botado en 1984. A pesar de que dejó de producirse en 1999 abriendo paso a sumergibles de 4 generación —Yasen, Borei—, a día de hoy los Schuka-B siguen siendo los principales submarinos polivalentes en servicio de la Armada rusa.
Sigilo sin precedentes
Los submarinos del proyecto 971 se caracterizan por ser extremadamente silenciosos. Esto se logra gracias a un sistema de amortiguación que consta de dos fases: todos los mecanismos 'ruidosos' se instalan en bloques amortiguados que, a su vez, van unidos al casco del buque a través de amortiguadores neumáticos de caucho.
En 1995, el almirante estadounidense Jeremy Boorda declaró ante el Congreso de EEUU que "los rusos tienen hoy en el mar seis submarinos que son más silenciosos que el 688-Is, nuestro mejor submarino (…) Como ustedes sabrán, el sigilo lo es todo en la guerra submarina".
Un año más tarde, en 1996, en la nave K-157 Vepr fue instalado un nuevo sistema activo de reducción de las vibraciones de su planta de energía, lo que hizo a los submarinos del proyecto 971 más sigilosos aún. Por esa razón la OTAN le otorgó al Verp y sus predecesores una clasificación diferente de Akula-II.
Armado y extremadamente peligroso
Al tiempo que los Schuka-B son difíciles de encontrar por el enemigo, estos pueden 'ver' y 'escuchar' extraordinariamente bien. Además del tradicional sonar, estos submarinos llevan a bordo un sistema de rastreo sin análogos en el mundo, capaz de encontrar buques enemigos por la estela que estos dejan a su paso.
De acuerdo con los tratados soviético-estadounidenses de 1989, a los submarinos polivalentes de ambas partes se les prohibió cargar misiles nucleares. No obstante, incluso con armas convencionales, los submarinos 971 son capaces de dar caza a portaviones, destructores y submarinos de un potencial enemigo. En cuanto a la carga, son capaces de lanzar hasta ocho torpedos: cuatro del calibre 533 y otros cuatro del 650. Además, el submarino es capaz de dejar minas a su paso.
Según se dio a conocer en abril de 2017, el renovado submarino del modernizado proyecto 971M, el K-328 Leopard, dispondrá de los más modernos misiles de crucero Kalibr. Estos proyectiles mostraron un perfecto rendimiento en diciembre de 2015, cuando el submarino B-237 Rostov na Donu golpeó desde el Mediterráneo posiciones del grupo terrorista Daesh en el este de Siria.
La nueva vida de los Schuka
Los sucesores del 971 Schuka-B son los submarinos de proyecto 885 Yasen, la primera unidad de los cuales —el K-560 Severodvinsk— entró en servicio en 2013. No obstante, los 971 están lejos de salir del servicio: a día de hoy cuatro de los Schuka-B están pasando por un proceso de modernización profunda, que deberá poner al mismo nivel sus capacidades y las de los submarinos de 4 generación.
Se espera que el primero en volver al servicio en 2018 sea el ya mencionado K-328 Leopard. Además de los misiles Kalibr, este recibirá modernos sistemas radioelectrónicos, de navegación y una estación hidroacústica capaz de 'escuchar' el paso de otros buques a una distancia aún mayor.
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