El potencial y la trayectoria de los astilleros gaditanos es innegable pese a sus eventuales incertidumbres. Los mismos diques y gradas que hoy dan vida a los buques más punteros fueron cuna del primer submarino de la historia se construyó en el mundo. El próximo martes se celebra el aniversario de la botadura del buque diseñado por Isaac Peral en el Arsenal de La Carraca.
El novedoso invento supuso una revolución en su época: funcionaba con propulsión eléctrica, tenía periscopio, tubo lanzatorpedos y servomotor para mantener la estabilidad. Su creador, un español y más concretamente un cartagenero, creció y se forjó como hombre en San Fernando.
Allá por finales del SXIX, el ritmo de la vida transcurría más pausado pero se maduraba antes, se envejecía antes. Isaac Peral se trasladó en 1851, a la temprana edad de 7 años, a San Fernando. Hijo de un militar destinado a La Isla, era el segundo de tres hermanos. Desde joven mostró interés por la Armada y, cuando su hermano mayor ingresó en la que hoy es la Escuela de Suboficiales, aprovechó la oportunidad para seguir sus pasos y hacer de la carrera militar su profesión.
El joven fue moldeando su carácter en la sobriedad del Cuerpo General de la Armada, una institución muy exigente y restringida a cuyos alumnos se reservaba el mando de los buques de la flota. En aquella época pertenecer a este Cuerpo significaba beber del esplendor de figuras como Churruca, Blas de Lezo, Juan Sebastián Elcano y Andrés de Urdaneta, entre otros. La Armada era reconocida como una institución puntera en el ámbito científico y formaba investigadores como Villamil y Bustamante.
El influjo de Verne
La mente despierta y creativa de Peral se conjugaba con su destreza para el cálculo y electricidad, disciplinas en las que pronto destacó y que serían las bases de sus logros posteriores. Visionario y obstinado, el joven presentó el proyecto de su submarino a las autoridades que intentaron desanimarlo argumentando que estaba influenciado por el libro de , publica Julio Verne '20.000 leguas de viaje submarino'do en esa fecha. Inmune al desaliento y convencido de su proyecto consiguió que se le diera el visto bueno y en enero 1887 se empezó la construcción del submarino en La Carraca. En menos de un año se finiquita la obra y en 8 de septiembre de 1888 se realiza la botadura en aguas de la Bahía de Cádiz. Todo un hito que no fue valorado justamente y que aún hoy, 127 años después, pasa para muchos inadvertido. Isaac Peral y Caballero había diseñado el primer submarino de la historia de la humanidad y lo había hecho en San Fernando.
El conocido como submarino Peral «fue el primer buque construido íntegramente en acero en un Arsenal del Estado», explica el Alférez de Navío Diego Quevedo Carmona. Antes de esta fecha, la mayoría los barcos eran de madera y se propulsaban con la fuerza del viento, pero la Revolución Industrial supuso un punto de inflexión en la historia pues cambió la concepción del mundo y, por ende, de la navegación marítima mundial. Es cierto, –prosigue Quevedo–, que con anterioridad se habían articulado barcos de acero pero no en astilleros públicos si no en astilleros privados, o bien se construían en el extranjero.
‘El Peral’ fue el primer submarino capaz de llegar hasta unas coordenadas concretas. Con sus veintidós metros de eslora y casi tres de manga, alcanzaba los ocho nudos y conseguía desplazar 77 toneladas de agua en superficie y 85 en inmersión. Sus hélices funcionaban con electricidad y contaba con dos motores de 30 caballos. Fue el primer buque que llevó un armamento militar de importancia y logró lanzar estando inmerso el primer torpedo de la historia que, además, se conserva y puede verse en la actualidad.
Sin embargo, pese a todas las innovaciones y a la importancia del invento, –precursor de los modernos submarinos–, 'El Peral' y su creador fueron discretamente olvidados. Así el submarino pasó 39 años, desde 1890 hasta 1929, retirado en el Arsenal de la Carraca. Tras días y noches abandonado a la intemperie, la herrumbre hizo patria en su casco de acero y estuvo cerca de convertirse en un deshecho. La movilización de la población de Cartagena obró el milagro y lo salvó del desguace consiguiendo que el submarino fuera trasladado a la ciudad natal del marino. Fue sometido a un exhaustiva proceso de recuperación y finalmente está expuesto en el Museo de Naval donde puede visitarse.
La vida en La Isla
La huella de Isaac Peral en San Fernando ha ido desvaneciéndose con el paso de los años aunque el marino pasó gran parte de su vida en la ciudad. Uno de los pocos vestigios lo encontramos a escasos dos minutos a pie de la Iglesia Mayor: «Aquí vivió, triunfó y oró el Teniente de Navío Isaac Peral», reza una sencilla placa colocada en el número 3 de la calle Murillo. El marino se casó con la isleña María del Carmen Cencio, hija de un reputado médico de la Armada y a la sazón alcalde de San Fernando: Antonio Cencio Romero. El matrimonio tuvo nueve hijos de los cuales solo cinco llegaron a la edad adulta.
Resulta cuando menos curioso que figuras de este alcance y trascendencia pasen desapercibidas y que no se les reconozcan méritos ya ganados. Quizás, algún año venidero, se apueste por poner en valor la figura del marino, de un grande en mayúsculas. Quizás, el próximo aniversario, una exposición ancle en la Bahía para devolver el lugar que se merece al inventor del submarino. Ya le ocurrió con otro hombre insigne, Blas de Lezo, cuya exposición itinerante tuvo una gran respuesta en entre el público y contribuyó a difundir su figura y sus hazañas navales. El 'Mediohombre' tiene un busto en Canalejas, un paseo que curiosamente antaño ostentó el nombre de Isaac Peral.
Máquinas de guerra
El Museo Naval de Cartagena expondrá a lo largo de este mes la documentación original del acto que se organizó en Cádiz para la botadura oficial del submarino dentro de la sección «La pieza del mes», que tiene como objetivo conocer un nuevo objeto relacionado con el sumergible y con su inventor. Las piezas de la muestra proceden tanto de colecciones privadas como de los propios fondos del Museo Naval y son relevantes porque no se hallan expuestos al público habitualmente.
Entre la documentación que se expondrá, se encuentra la portada del periódico «La Ilustración Española y Americana» publicada el 30 de septiembre de 1888 en la que aparece un grabado de la botadura en Cádiz. También se expondrá la fotografía original que se tomó durante el acto oficial al que asistieron numerosas autoridades civiles y militares de la época, así como importantes personalidades del mundo de la política, las ciencias y las artes.
Uno de los objetos más destacados es un abanico original que se repartió como recuerdo entre las damas asistentes a la efemérides de la botadura. Una lectura de la pieza de izquierda a derecha muestra a Isaac Peral como un patriota que respaldado por sus instrumentos de estudio y navegación (hélice, ancla, carta naútica, timón) alcanza la gloria (personificada en el ángel alado con la corona de laurel que anuncia con su trompeta el logro) inventando el primer submarino de la historia. En la escena final, el sumergible (esbozado como una sombra sutil) torpedea a un buque mientras en lontananza se ve un montículo que se identifica como Gibraltar. Y es que durante toda su carrera militar, el anhelo de Isaac Peral había sido resolver el problema de la defensa de España y recuperar El Peñón. Pese a ser catalogado como una «inutilidad militar» por sus contemporáneos, años más tarde se confirmó el genio visionario de Isaac Peral cuando su invento se reveló como el arma de guerra perfecta en la Primera Guerra Mundial.
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