El ciudadano ruso Alexandr Gnitéyev fue condenado a ocho años de prisión por espionaje, informó hoy la oficina de prensa del Tribunal de Sverdlovsk, región de Rusia en los Urales, que celebró el juicio a puerta cerrada.
Gnitéyev fue declarado culpable de "
traición al Estado en forma de espionaje", delito tipificado en el artículo 275 del Código Penal de Rusia.
Además de la pena de prisión, que cumplirá en una cárcel de alta seguridad, cuando recupere la libertad, Gnitéyev no podrá durante un año cambiar de domicilio ni viajar al extranjero sin permiso de las autoridades.
Con anterioridad, fuentes policiales citadas por las agencias rusas habían indicado que Gnitéyev, empleado de un centro de investigación de la industria militar rusa, fue acusado de entregar a un servicio secreto extranjero, cuya identidad no ha sido revelada, datos sobre el nuevo misil intercontinental ruso Bulavá.
En particular, habría transferido información sobre el sistema de mando del cohete, con el que serán pertrechados los submarinos atómicos de cuarta generación que entrarán en servicio en los próximos meses en la Armada rusa.
Los Bulavá son los misiles más modernos del arsenal nuclear ruso, pueden llevar hasta diez ojivas de guiado autónomo, tienen 8.000 kilómetros de alcance y, según Moscú, son capaces de burlar cualquier escudo antimisiles existente o futuro.
El misil
R30 3M30 Bulavá-30 (SS-NX-30, según la clasificación de la OTAN, y RSM-56 en los tratados internacionales) es una versión naval del misil balístico intercontinental con emplazamiento en tierra, Tópol.
Rusia confía en que los Tópol y los Bulavá le permitan mantener la paridad nuclear con Estados Unidos por lo menos durante el próximo medio siglo.
Los submarinos nucleares, la aviación estratégica y los misiles intercontinentales conforman la tríada nuclear en el programa de rearme ruso, que contempla el gasto de unos 700.000 millones de dólares en armamento hasta 2020.
Nacho Padró
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