El joven francés Paul Langevin (1872-1946) era uno de esos muchachos que siempre son el primero de la clase... nunca el segundo (lo que da cierta rabia) incluso mientras estudiava ciencia en la Universidad de Cambridge.
En 1912 , el gigantesco trasatlántico Titanic se hundió en las frias aguas de Terranova llevándose miles de vidas junto a él. Tras la catástrofe, a Langevin le apasionó la idea de usar ondas sonoras para encontrar objetos hundidos. Afirmó que las Ondas Sonoras podrian haber detectado el fatídico iceberg con el que chocó el Titanic.
Así que el 1915 puso en marcha su idea con un invento que posteriormente se conoció como SONAR (SOund NAvigation and Ranging). Básicamente consistía en un elemento llamado Transductor que produce un sonido muy agudo o PING que chocaba con los cuerpos sumergidos ya sean barcos hundidos, peces, ballenas o submarinos. Los ecos que produce el choque son recogidos al regresar las ondas por el transductor y convertidos en impulsos eléctricos.
Un receptor mide la intensidad de los ecos y el tiempo que tardan en volver. Cuanto más sólido sea el objeto más fuerte es el eco y cuanto más tarda, más lejos se encuentra del transductor.
De esta manera puedes ver la posición y movimientos de los objetos que se encuentran bajo el agua.
Fue durante la II Guerra Mundial que el sonar tuvo un fuerte impulso, ante la amenaza de las Manadas de Lobos alemanas y cuya entrada en funcionamiento provocó el inicio de su declive.
Basado en "Esa Horrible Ciencia: Esos Insoportables Sonidos" de Nick Arnold
Nacho Padró
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