El problema de subir y bajar por el agua ya lo solucionó William Bourne en su diseño, pues en el artilugio decimoctavo de su libro se ofrece la primera descripción lúcida de por qué flotaba un barco –por desplazar el volumen de agua equivalente a su peso- y después describió un mecanismo por medio del cual, al disminuir su volumen, podía hundirse. Esta reducción podía conseguirse manteniendo el barco a flote gracias a unas almohadillas de piel engrasadas y estancas (el lastre que actualmente se llama tanques de aire) y sacándoles el aire, disminuirían el volumen del barco y provocarían su hundimiento controlado Al volver a inflar esas almohadillas, la embarcación se aligeraba (disminuía su densidad) al aumentar su volumen, haciendo que emergiera.
Nacho Padró
29 diciembre 2008
21 diciembre 2008
El mar... la Última Frontera (IV): Pasamos a la Acción: ¿Cómo hacer un submarino?
¿Cuáles eran los problemas los que se enfrentaban esos aventureros del mundo acuático?. El primer gran problema era poder hace que el submarino regresara a la superficie, pues hundirlo era muy fácil. El segundo parecía menos complicado pero estaba muy relacionado con el primero: conseguir que la presión del agua no aplastara el submarino (a cada 10 metros de profundidad, aumenta en 1 atm la presión); por supuesto contra más resistente era el material de construcción, más pesado era y costaba mucho más levantarlo del fondo. El tercero era el tiempo de residencia de los submarinitas: cuanto oxígeno puede tener el submarino para tener gente a bordo hay que pensar que a medida que se respira tomamos el oxígeno y expulsamos el dióxido de carbono que en ciertas concentraciones es asfixiante. Y por último había el problema de la movilidad: ¿cómo conseguimos que se desplace?.
Nacho Padró
Nacho Padró
14 diciembre 2008
El mar... la Última Frontera (III): Empieza la Historia... el Primer Diseño
En 1580 un oficial de la armada inglesa llamado William Bourne daba a conocer un diseño de un buque submarino elaborado a partir de madera, provisto de un armazón, revestida de cuero a modo aislante para así mantener la cubierta hermética. Para poder bajar y volver a la superficie pensó en unir dos barcas selladas y con lastres de aire para ascender. La idea de Bourne no pasó de proyecto hasta el año de 1605 en que otro inglés, Magnus Pegelius, la llevó a la práctica, pero sin éxito. El barco construido por Pegelius quedó sepultado en el fango del lecho del Támesis al intentarse la primera prueba. Lo cual no alentaba nada a los siguientes pioneros.
Nacho Padró
Nacho Padró
07 diciembre 2008
El mar... la Última Frontera (II): Entre la Leyenda y la Verdad.
El deseo de poseer una nave de este estilo proviene de muy antiguo: la primera referencia legendaria procede del gran sabio griego Aristóteles (384-322 A. de C.), que en su obra "Problemata", proporciona las primeras referencias históricas sobre una campana de buceoa la que llama "Colimfa”, palabra griega que significa caldero. Esta no es mas que una campana que, en posición invertida, se sumerge en el agua, quedando así aprisionado en su interior el volumen de aire que su capacidad admita, gracias a la presión mayor del agua que del aire este no escapa y en ella un buceador se acomoda en su interior y va efectuando salidas al exterior, regresando nuevamente a la campana cuando tienen necesidad de respirar. Su uso se esconde entre las brumas de la leyenda pues Aristóteles hace referencia a esta campana en el sitio de Tiro (332 a.C.) en el que Alejandro Magno usó para minar los barcos de madera de la flota fenicia y en la que incluso podría haber descendido el curioso Alejandro.
Nacho Padró (Revista Eureka)
Nacho Padró (Revista Eureka)